Vamping, ¿tu hijo adolescente no duerme por culpa del móvil?

Te dice “buenas noches” y se va a su cuarto, supuestamente a dormir, pero la realidad es que se pasa horas jugando online, whatsappeando con sus amigas o haciendo sexting con su último crush. Luego, arrastra sueño durante todo el día. Y así, un día tras otro. Esta mala costumbre, muy generalizada entre los adolescentes españoles, tiene nombre: vamping. En este artículo hablamos sobre qué es el vamping, ¿tu hijo adolescente no duerme por culpa del móvil?

Se conoce como vamping (sí, viene de vampiro, por aquello de la vida nocturna) al uso del móvil por la noche, a la hora de ir a la cama, y también durante los despertares nocturnos.

Un hábito que, literalmente, le está robando el sueño a la sociedad occidental, y especialmente a los adolescentes. Y no solo el sueño, también la salud: la física y la mental.

Una práctica, en definitiva, que es necesario cambiar.

La relación entre el uso nocturno del móvil y la falta de sueño

No vamos a hablar de las indudables ventajas de internet y las redes sociales, y tampoco de los evidentes peligros de los dispositivos tecnológicos (que son muchos, aunque se pueden prevenir con educación): hoy solamente vamos a hablar del peligro del vamping.

El “no ser capaz de dejar el móvil por la noche” es un uso problemático de las tecnologías, relacionado con el FOMO y la nomofobia, pero va mucho más allá, porque cuando falta el sueño se implican muchos más factores. 

Al tratarse de un fenómeno tan reciente no conocemos las consecuencias del vamping a largo plazo, pero sí está más que demostrado que hay una relación directa (negativa) entre el vamping y la falta de sueño:

1. Mirar el móvil justo antes de dormir retrasa el inicio del sueño

Las redes sociales, los videojuegos… Suponen una gran cantidad de información que va a excitar el cerebro en el momento en el que hace falta calmarse. Un cerebro sobreexcitado siempre va a tener más dificultades para conciliar el sueño.

2. Usar el móvil en los despertares nocturnos puede provocar dificultad para volver a dormir

Por la razón antes indicada, quienes usan el móvil cuando se despiertan por la noche suelen entrar en ese mismo estado de sobreexcitación y, por tanto, tienen más problemas para volver a dormirse que quienes se despiertan por la noche y no realizan actividades con pantallas.

3. El tiempo dedicado al móvil antes de dormir tiene un efecto negativo sobre la calidad del sueño

A más tiempo mirando el móvil, menos calidad de sueño. Al aumentar la alerta nocturna, el sueño es más superficial, menos reparador. Esto se extiende incluso al número de dispositivos presentes en la habitación, aunque no se consulten.

4. Existe una asociación entre el tiempo de uso de pantallas y los trastornos del sueño

Las recomendaciones apuntan que un uso “no problemático” del móvil no debería ser superior a 2 horas diarias. Los adolescentes que superan este tiempo duermen menos (probablemente porque están usando el móvil a la hora de dormir) y, como decíamos, su sueño es de peor calidad.

5. La luz azul de las pantallas inhibe la producción de melatonina.

La melatonina es la hormona del sueño, y su secreción marca el inicio de la somnolencia nocturna. En condiciones en las que no hay luz artificial, al oscurecerse el día se comienza a segregar de manera natural. La luz de los teléfonos, ordenadores y otros dispositivos imita la luz del día, lo que provoca una inhibición de la melatonina, pues el cerebro interpreta que aún no ha llegado el momento de dormir.

Si te preocupa la relación de tu adolescente con las pantallas y no sabes cómo limitar su uso, tenemos algo para ti. En el taller ConectaOff aprenderás todas las claves para gestionar el uso abusivo de pantallas en casa.

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Repercusiones negativas de la falta de sueño en la adolescencia

Antes de hablar de soluciones al problema del vamping, conviene detenerse a observar las consecuencias de la falta de sueño. Porque el problema no es solamente “tener sueño mañana”: dormir poco (y también dormir mal), especialmente en la adolescencia, puede generar problemas muy profundos.

Hay que tener en cuenta, además, que los (buenos o malos) hábitos que se adquieren en la adolescencia arraigan de forma especialmente intensa (pues el cerebro adolescente es un gran aprendiz) y tienden a mantenerse en la edad adulta. Solo por eso ya sería importante tratar de mejorar el sueño de los adolescentes.

Pero es que, además, el sueño es fundamental para el desarrollo cerebral, de modo que debería ser objeto de una protección especial tanto en la infancia como en la adolescencia.

Por último, sabemos que el tiempo y la calidad del sueño tienen una implicación directa en la calidad de vida. Los trastornos del sueño se relacionan con: 

Más sedentarismo

Conocemos bien las consecuencias del sedentarismo: mayor probabilidad de obesidad (que es un factor de riesgo para algunas enfermedades) y empeoramiento de la salud física (especialmente de la aptitud cardiorrespiratoria).

Mayor probabilidad de sufrir algunas enfermedades mentales

La falta de sueño, y el cansancio asociado a esta, suele provocar trastornos en el estado de ánimo (como apatía o irritabilidad) que a su vez pueden estar en el origen de un trastorno depresivo. 

Disminución de las habilidades cognitivas

Un adolescente con sueño es un adolescente con una capacidad menor de memoria, menos creativo y menos activo que, en definitiva, rinde menos en la escuela. El bajo rendimiento escolar es una espiral de la que es difícil salir, pues genera un descenso de la autoestima y este, a su vez, una menor motivación hacia la escuela.

Mayor tendencia a desarrollar comportamientos de riesgo y hábitos nocivos

Si los adolescentes son un grupo especialmente vulnerable para los hábitos nocivos y comportamientos de riesgo, aquellos que tienen problemas de sueño lo son aún más, pues está demostrada la correlación entre la toma de riesgos y la falta de sueño.

Cómo combatir el vamping en la adolescencia

Combatir el vamping es, por todo lo que hemos dicho, una necesidad.

Esto no quiere decir que sea sencillo. Como casi siempre, supone ir a contracorriente, en contra de los deseos de nuestros adolescentes y muchas veces de lo que hace la mayoría de sus amistades.

Puedes empezar con esto:

1. Habla con tu adolescente

Lo ideal, claro, sería que le convencieras, pero es poco probable que esto suceda, al menos en la primera conversación. No importa mucho: hablar con él supone “jugar limpio” y, también, lanzar la semilla de la reflexión (seguramente pensará sobre ello en otro momento, y quizá hasta termine estando de acuerdo contigo, aunque no te lo diga). 

Piensa también en facilitarle información que venga de otras fuentes, ya sabes que en la adolescencia les gusta contrastar la que viene de casa (y muchas veces se fían más de otras personas).

2. Marca un límite claro: nada de móviles en la habitación a la hora de dormir

Es la solución más sencilla, en teoría, y también la más difícil de aplicar, pues suele costar peleas, enfados, portazos… 

Pero recuerda que en cuestión de límites, lo mejor es que sean pocos, claros e innegociables. Cuanta más seguridad tengas en esto, más fácil será que lo acepte.

Normalmente este límite implica comprar un despertador, pues la primera “excusa” por la que se cuelan los móviles en los dormitorios (de niños y de adultos) es su uso para levantarse.

Algunas familias, incluso, optan por dejar los móviles bajo llave o por apagar el wifi por la noche.

3. Fomenta un estilo de vida saludable

Del mismo modo que hay una correlación entre el uso no saludable de las tecnologías, la falta de sueño y los hábitos nocivos, hay una relación positiva entre la práctica deportiva y las horas de sueño.

Es muy común que en la adolescencia se adopten hábitos más sedentarios que en la infancia, pero se sabe que los adolescentes mantienen mejor el hábito deportivo cuando están inscritos en un club. 

Por estilo de vida saludable, en la adolescencia, se entiende practicar una actividad física (moderada o intensa) a diario, dormir entre ocho y diez horas y no dedicar más de dos horas diarias a las pantallas.

4. Predica con el ejemplo

La mejor manera, prácticamente la única, de educar es el ejemplo. A veces no lo parece, pero los adolescentes nos escuchan y miran más de lo que pensamos y, además, están muy atentos a las incoherencias porque suelen tener un gran sentido de la justicia.

Está claro: si quieres que tu adolescente siga un estilo de vida saludable, síguelo tú.

Y si en casa has establecido la norma de, por ejemplo, nada de móviles a partir de las nueve, para ti tampoco.

Combatir el uso del móvil por la noche no es sencillo, pero merece la pena esforzarse, por la salud de tu adolescente. El taller ConectadOff puede ayudarte a hacerlo.

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