Diana Al Azem
Cuando publiqué por primera vez la web de Adolescencia positiva escribí un «Sobre mí» que hablaba de mi preparación profesional a nivel de estudios, formación, Masters, etc. Sin embargo, un año y medio después de publicar esta sección en la web, me di cuenta de que nada de eso definía quién soy realmente. Así que, un año y medio después, quiero que conozcas quién está detrás de todo este proyecto.
Sí, vale. Estudié Filología Inglesa, hice un Erasmus en Essex y preparé mi Master en Formación del Profesorado (y otros muchos cursos que no voy a mencionar para no aburrirnos con términos rimbombantes). No pretendo quitar valor a ninguna de mis preparaciones formativas, pero prefiero que me conozcas mejor por mis experiencias, mis éxitos y mis fracasos.
Todo comenzó un 26 de Mayo de 1977. Nací en Granada y fui la primera de dos hijos. A los tres años llegó mi hermano. Me crie como la mayoría de las niñas nacidas en los 70, educación estricta, padres que repetían los mismos patrones heredados de sus progenitores y, por supuesto, sin opciones a rechistar o salirme de las normas establecidas. (Supongo que te sonará esta historia)
Pasaron los años y me casé con el padre de mis hijos (Carmen y Ángel). Dos diamantes en bruto en proceso de pulido, vamos en plena adolescencia. Me divorcié cuando ellos tenían 10 y 7 años. Como todos los divorcios, fue un proceso triste, pero hoy en día tanto su padre como yo somos grandes amigos que comparten un mismo objetivo: la felicidad de sus hijos. Así que puedo presumir de tener un fantástico ex con el que me llevo de maravilla.
Reconozco que cuando mis hijos eran más pequeños, jamás imaginé convertirme en una madre exasperada y gritona, pero me vi envuelta en ese círculo vicioso de manera automática. Trataba de calmar mi voz, pero tenía que repetir las cosas una y otra vez hasta que al final perdía la paciencia y, entre la presión y el estrés, mi relación con ellos se veía dañada.
Me sentía atrapada en esa sensación de impotencia y estaba mal conmigo misma; furiosa con el tipo de madre en el que me había convertido sobre todo porque, en mi trabajo, tenía las herramientas necesarias para solucionarlo y no lo conseguía. Básicamente había heredado los mismos patrones que mis padres a la hora de educar.
Lo que he aprendido en estos últimos años ha cambiado mi vida y la de mis hijos, ya que ahora les educo con firmeza, pero desde la consciencia y la cercanía. Esto se ha traducido en una convivencia mucho más respetuosa por ambas partes, ¡sin gritos, desafíos ni malas caras!
Los estudios, las amistades, las salidas y la comunicación entre nosotros ha dado un giro de 180º. Es increíble cómo la dedicación y el compromiso conmigo misma ha hecho posible que la convivencia con mis adolescentes sea tan fantástica. Ahora soy la madre que siempre he querido ser y estoy muy orgullosa de haberlo conseguido, por mí y por mis hijos.
He olvidado decirte, aunque probablemente ya lo sepas, que soy profesora de Secundaria, por lo que también convivo con un gran número de adolescentes a diario. Esto me ha permitido interesarme y conocer mejor los procesos de desarrollo cerebral, cambios hormonales y de actitud que sufren nuestros hijos en esta etapa.
Adolescencia positiva nació de la necesidad de enseñar esa transformación a padres y madres de adolescentes. Un día tras otro recibía a los tutores legales de mis alumnos y me daba cuenta de que ellos no veían lo mismo que yo en las aulas: personas con miedos, dudas e inseguridades en proceso de gestión. Pero también personas curiosas, con motivación y ganas de experimentar. Las relaciones entre mis alumnos y sus padres estaban desequilibradas.
Así que tomé la decisión de comenzar un proyecto que diera algo de luz a este malestar familiar. Ya somos más de 260.000 personas las que componen la comunidad de Adolescencia positiva, y no puedo estar más feliz sabiendo que esas 260.000 familias comienzan a poner en práctica la educación respetuosa que todos merecemos.