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Diferencias entre tecnoestrés y nomofobia.
Ambos conceptos, tecnoestrés y nomofobia, son términos acuñados en el último siglo y que están relacionados con el uso constante de los medios digitales. Veamos cuales son las diferencias entre ellos.
¿Qué es el tecnoestrés?
El concepto de tecnoestrés está directamente relacionado con los efectos psicosociales negativos del uso de las Tecnologías de la información y la comunicación. Fue acuñado por primera vez por el psiquiatra norteamericano Craig Brod en 1984 en su libro «Technostress: The Human Cost of the Computer Revolution».
Los ordenadores, los móviles y las tables han invadido nuestra vida en un corto espacio de tiempo. En ocasiones incluso nos sentimos atacados e invadidos por la nuevas tecnologías, el rápido avance con el que se desarrollan, la velocidad a la que funcionan, los numerosos cambios evolutivos día a día, la cantidad de información que transmiten… nos sentimos encerrados en un fuerte tratando de defendernos de la lluvia diaria de novedades digitales.
Esto se debe a que aún no tenemos hábitos de desconexión bien establecidos. Lo mismo podría decirse de los libros, por ejemplo: todo un mundo de conocimiento lleno de ideas, experimentos, historias y noticias que, sin embargo, hemos aprendido a manejar con el tiempo. Sabemos cuando tenemos parar de leer y desconectar de los libros.
También podríamos haber sido invadidos por la lectura si lo piensas y, de hecho, al principio, así fue como sucedió. La gente pensaba que las personas iban a dejar de hablarse porque se pasaban el día leyendo; la lectura invadía las conversaciones. A finales del siglo XV la imprenta se había difundido por todos los países europeos, con una producción de más de 20 millones de libros.
De hecho, uno de los grandes libros de la literatura va precisamente sobre un hombre que se vuelve loco de tanto leer. ¿Sabes ya de quién te hablo?
Lo mismo sucede hoy en día con las nuevas tecnologías, aún no hemos alcanzado buenos hábitos de desconexión, por lo que nos sentimos invadidos. Cuando estamos hablando con una persona nos la encontramos chateando por el móvil. Si no se te ocurre ponerte a leer un libro mientras hablas con un amigo, ¿por qué lees los mensajes? Y esto se multiplica en el trabajo; millones de emails, mensajes por Whatsapp, chats, redes sociales, mensajes internos del trabajo, etc.
Pasamos conectados a las nuevas tecnologías entre 10 y 40 horas semanales. Es significativo si lo comparamos con el tiempo que pasamos a conversar, hacer deporte, quedar con los amigos o simplemente a conectar con nosotros mismos más allá de las tecnologías. Cuando esas conexiones digitales suponen una sobresaturación de información, somos incapaces de procesarlas y ahí es de donde viene la sensación de tensión, confusión, ansiedad, desconcentración, agotamiento… es agotador. El cerebro no está preparado para una multitarea consultando varias cosas a la vez, pues las diferentes posiciones de memoria del cerebro tienen que concentrarse, es secuencial: una cosa detrás de la otra. Por mucho que pretendamos ser personas pulpo y querer abarcarlo todo, al final nos convertiremos en persona ineficientes.
¿Qué es la nomofobia?
A diferencia del tecnoestrés, la nomofobia hace referencia al miedo a no estar, a permanecer un intervalo de tiempo sin el móvil. Miedo a perderse algo.
En cierta medida, todos lo sufrimos, pero lo manejamos medianamente bien, puesto que a nadie le apetece perderse el último cotilleo de turno o la conversación del grupo de Whatsapp. En algunas personas esto supone un problema y no son capaces de dejar el móvil ni dos minutos. Yo misma he llegado a contabilizar, entre mensajes de grupos, de familia y de amigos, unos 960 en un solo día. Y eso que yo soy muy selectiva con los grupos. ¡Tremendo!
La solución más fácil sería desconectar, pero para estas personas que sufren de nomofobia es complicado. Además, debemos señalar también la existencia de otra complicación en este sentido: la «wasapitis», también conocida como «cuello Whatsapp» o «cuello de texto», que es la postura de adelantamiento de la cabeza para escribir mensajes y así imprimir una presión antinatural al cuello y a la columna vertebral.
Recomendaciones.
Llegados a este punto, es el momento de tomar acción y cambiar estos hábitos digitales. Estas recomendaciones sirven para aliviar tanto el tecnoestrés como la nomofobia. Para ello lo más recomendable es buscar otras actividades que no estén relacionadas con los medios digitales.
Podemos también concentrar las tareas, es decir, guardar unos minutos del día para responder a todos los mensajes a partir de una hora determinada. A parte de conseguir ser más eficiente, no vas a tener tantas interrupciones en las demás actividades que se realices, bien con la familia, en el trabajo, en el gimnasio o con los amigos. Si te ayuda, puedes poner en el perfil de tu Whatsapp que solo respondes mensajes de 10 a 12, por ejemplo.
Descarta lo que no sea prioritario. Es imposible pretender saber de todo: cultura, política, noticias del corazón, mensajes privados, avances tecnológicos… Y tampoco se debe formar parte de tantos grupos de Whatsapp. Haz una limpieza de grupos y de contenido.
Aprovecha los momentos de calma para desconectar del móvil (siesta, comida, cena, película, playa).
Nos faltan hábitos de cortesía respecto al uso del móvil, así que, al igual que lo haces con otras cosas, créate una serie de reglas de cordialidad. Como por ejemplo, no chatear mientras alguien te habla.
El uso indiscriminado del móvil es como un buffet libre. Si comes demasiado, acabarás con dolor de tripa.
Podríamos también hablar de otros conceptos similares al tecnoestrés y la nomofobia, como por ejemplo, la infoxicación: el exceso o sobrecarga de información, que te impide profundizar en los temas que abordas. Pero de este tema hablaremos en otro artículo más adelante.