Índice del contenido
Esto es lo que pasa cuando tu hijo te compara con otras madres
Suele suceder en medio de una discusión. Tu adolescente se ha quedado sin argumentos y te suelta que la madre de Fulano es mejor que tú porque sí hace… o porque no hace… Y, aunque sabes que no deberías, te sientes fatal. Porque las comparaciones son odiosas, sí, pero son, sobre todo, dolorosas. Y si lo que se compara son tus cualidades como madre, aún peor. En el artículo de hoy hablamos sobre qué pasa cuando tu hijo te compara con otras madres.
Duele. Duele mucho. Y por lo general provoca una reacción poco meditada: una respuesta desagradable, una acusación… algo que solamente va a empeorar las cosas y que, en el fondo, hará que te sientas mal dos veces, una por lo que has oído y otra por lo que has dicho.
Tampoco vamos a decir que deberías callarte. Nunca es buena idea callar cuando tu hijo adolescente ha traspasado una barrera. Es necesario que le pongas límites: por ti, que mereces respeto, y por él (que merece saber hasta dónde puede llegar y que, además, así aprenderá a poner sus propios límites).
Entre los dos extremos, entre la sobre-reacción y el silencio, hay un punto intermedio al que deberías aspirar: una respuesta asertiva. Pero, para ser capaz de darla, vas a necesitar comprender por qué tu hijo adolescente te está comparando con otras madres y por qué te duele tanto su actitud.
¿Por qué duele que tu hijo te compare con otras madres?
Las comparaciones duelen porque cuando nos comparan con otra persona leemos, en las palabras de quien nos compara, que no somos suficientes. Y a nadie le gusta no ser suficiente, decepcionar a sus seres queridos.
Pero puede haber algo más. Quizá cuando eras niña tus padres solían compararte con tus hermanos, con los hijos de sus amigos. Quizá tú misma te comparas, consciente o inconscientemente, con esas madres perfectas de las redes sociales. Y siempre sales perdiendo.
Si no eres capaz de conservar la templanza cuando tu hijo te compara con otras madres, quizá el problema es que, de alguna manera, sientes que tiene razón. Su crítica da en lo más profundo de tus inseguridades y te confirma tus sospechas: que no eres tan buena madre como deberías.
Y es que, ya sea porque eres una persona naturalmente perfeccionista, porque te educaron en un ambiente donde las comparaciones eran frecuentes o, sencillamente, porque mirar a los otros, compararse con ellos, es humano, el verdadero problema quizá no es lo que dice tu hijo, sino que, al compararte con otras madres, te da en un punto débil: tu autoestima, y probablemente, en una de tus heridas de la infancia.
Si es tu caso, convéncete de que eres suficiente. Con tus errores, con tus aciertos, con tus ganas de mejorar y con tus ganas, a veces, de no esforzarte más, eres suficiente. Así que deja de evaluarte constantemente, trata de reconocer tu valía y háblate con más cariño.
¿Por qué mi hijo adolescente me compara con otras madres?
Tendemos a creer que los adolescentes y niños nos comparan con otras personas para hacernos daño, pero esto no es exactamente así. En la mayoría de los casos te compara por su propia incapacidad emocional, entre otras razones:
En su mundo, la comparación es natural
El mundo adolescente es un espacio donde la comparación es muy importante, pues necesitan la validación social, ser iguales que los otros. Y para ser iguales que otras personas, es necesario mirarlas todo el tiempo. Esto, que tu adolescente hace para sí mismo continuamente (y que muchas veces le hace pensar, muy sinceramente, que es diferente y que está solo), es normal que también lo haga para ti. Quiere tener una madre como todas.
Aún no ha madurado emocionalmente
Tu adolescente aún está aprendiendo a manejarse emocionalmente en el mundo y, por ello, no es capaz (o no todo el tiempo) de ponerse en tu lugar de forma empática. Si lo fuera, probablemente no te compararía, sino que te haría llegar su mensaje de otra manera. Y precisamente de tu reacción depende en gran parte que aprenda habilidades emocionales.
Quiere manipularte
A veces en el “las otras madres son mejores porque han dicho sí” sí hay voluntad de manipularte. Los intentos de manipulación, en la adolescencia, pueden deberse a la falta de competencias emocionales, aunque es normal que nos preocupen. Es importante que, sin cerrarte tampoco a cambiar tu actitud en un momento dado, no cedas a ellos. Es decir, ceder a sus demandas, cuando te parecen justas, sí; ceder a manipulaciones, no.
Le has comparado tú antes
Muchos padres y madres comparan a los hijos con otros, pensando que la comparación es una herramienta educativa, que “estimula” el cambio, pero esto está lejos de ser así. La comparación suele minar la autoestima y asentar una dinámica en la que los hijos sienten que nunca son suficientes para los padres. Si le has comparado en la infancia, es normal que él te compare a ti: lo ha interiorizado como una manera lícita de pedir cambios.
Qué hacer cuando tu hijo adolescente te compara con otras madres
De tu reacción depende, decíamos, que tu hijo adolescente aprenda a hacer las cosas de otra manera. Si normalmente caes en el “y tú más”, probablemente el problema continuará mucho tiempo. ¿Qué hacer, entonces?
1. Trata de no pensar que quiere manipularte
Lo primero es convencerte de que lo más probable es que no lo haga con la voluntad de manipularte. Salvo que tu hijo o hija suela ser manipulador, concédele el beneficio de la duda.
Si eres capaz de hacer esto, probablemente no sobre-reaccionarás, y la situación se resolverá mucho mejor. Pero, insistimos, eso no significa no actuar.
2. Dile que te ha molestado
Sin victimismos, sin manipulaciones, sin sermones. Dile que no te gusta que te compare con otras personas, que cada persona es diferente y cada familia también.
Si el conflicto ya había escalado, déjalo aquí, de momento. Dile que hablaréis cuando estéis mejor y márchate, o déjale marcharse.
3. No entres en el juego de las comparaciones
A veces actuamos como un muelle. Nos comparan, comparamos. O caemos en una de esas “frases de madre” que antes odiábamos: “A lo mejor es que la madre de tu amiga no necesita ir recogiendo tu ropa sucia” o “Pues tu amiga ha sacado más sobresalientes que tú”…
Ese juego es una lucha de poder. Y recuerda, nunca te conviene entrar en luchas de poder con tu adolescente porque, además, el poder no está en juego: los papeles ya están repartidos, la madre eres tú.
4. Reflexiona acerca de lo que desea
A veces, decíamos antes, los adolescentes nos comparan por falta de habilidades.
Si la comparación venía como una reacción a un límite que te parece justo y no quieres modificar (“pues la madre de mi amigo le deja dormir con el móvil en la habitación”), puedes explicarle una vez más las razones (pero sin alargarte mucho: “en casa lo hacemos así porque es mejor para la salud, mira este artículo”).
En otras ocasiones, puedes plantearte la demanda: quizá cuando te dice que “la madre de Marina es más simpática que tú” lo que desea decirte es que quiere compartir más momentos contigo, o que no le digas continuamente que recoja su habitación. Pregúntale “¿por qué lo dices, concretamente?”.
Colaborando, es posible llegar a un acuerdo en el que modifiquéis la dinámica entre vosotros (por ejemplo: no recordarle lo que debe hacer hasta una determinada hora).
¿Puedo conseguir que mi hijo adolescente no me compare con otros?
La comparación, decíamos, es intrínseca a nuestra sociedad competitiva. Sin embargo, es posible modificar o minimizar este “mal hábito” de tu hijo o hija, enseñarle a formular sus necesidades de otro modo y a valorar a los otros por lo que sí son (y, de paso, a valorarse a sí mismo). Puedes empezar así:
No compares
La mejor manera de evitar caer en las trampas de la comparación es predicar con el ejemplo. Así que trata de no comparar, empezando por no compararte tú.
Si detectas que tu hijo se compara mucho con otros (lo va a hacer: es normal en la adolescencia), lo mejor es que le recuerdes todas esas cosas buenas que sí tiene, y que le dan valor por quien es, no por sus logros.
Valora a tu hijo y valórate a ti
Ya lo hemos dicho antes: la mejor vacuna contra las comparaciones es una sana autoestima. Esto significa reconocer el propio valor, aceptarse, no exigirse de más.
Cuando haces esto, mirar alrededor ya no es una competición sino un ejercicio de reconocimiento hacia los otros.
Trata de no hablar mal de nadie
Hablar mal de la gente delante de tu hijo adolescente es siempre un error: puede hacerle sentir que de él también hablas mal cuando no está.
Cuando hables de alguien (de tu adolescente, lo primero), que sea para decir cosas buenas.
Cuéntanos, ¿cómo reaccionas tú cuando tu hijo te compara con otras madres?
3 comentarios. Dejar nuevo
Excelente material muchas gracias me sirvió de mucho. Pero tengo una duda, cómo romper con los malos hábitos de comer con el celular en la mesa y querer dormir con el celular, sin crear un estruendo o la última guerra mundial ….
Gracias por el artículo. He reaccionado de todas las formas posibles, pero cuando no lo hago a veces responde mi marido por mi y entonces es peor. También hay que enseñar a los padres
Excelente información. Gracias