Madre bloqueada por su hijo en redes sociales

Lo que aprendió esta madre cuando su hija la bloqueó en redes sociales

Uno de los mayores retos para los padres y madres de adolescentes de hoy es enseñarles a navegar en el universo digital y, concretamente, en el de las redes sociales. Con una frecuencia que siempre nos alarma vemos casos de chicos muy jóvenes engañados por adultos que se hacían pasar por jóvenes, de chicas que se causan daño participando en retos virales… Y sentimos la necesidad de vigilarles de cerca. Para protegerles. Hoy te contamos qué fue lo que aprendió una madre cuando su hija la bloqueó en redes sociales.

En muchas casas españolas, aceptar a los padres como amigos en redes sociales es una condición para tenerlas. Parece una garantía suficiente. 

Pero no: no es tal garantía. Hay muchas maneras de escapar a esa vigilancia. Y, además, es muy frecuente que digan que no, que se enfaden, que se rebelen. Y el conflicto, entonces, está servido: si no me aceptas en redes sociales te quedas sin móvil, o te cierro las cuentas, o no sales en cinco meses… 

Eso dijo María, “o me desbloqueas o adiós al móvil” y lo que le respondió su hija Sara le sorprendió. 

Le dijo: “Mamá, ¿por qué no te fías de mí?”

Sara era una adolescente normal, no daba más problemas que los típicos de su edad, iba aprobando casi siempre y jamás le había llegado una queja grave por mal comportamiento.

María siempre le decía que estaba muy orgullosa de la persona que era.

Pero Sara sentía que no se fiaba. ¿Lo estaba haciendo mal? Lo que aprendió el día que su hija la bloqueó en sus redes sociales fue…

bloqueada en redes sociales
Los adolescentes tienen diversos motivos para bloquear a sus padres en redes sociales

La razón por la que queremos que los hijos nos acepten en sus redes sociales

Empecemos por lo más impopular: somos una generación de madres desconfiadas.

Y, curiosamente, esto se debe a que tenemos más información que otras generaciones.

Nuestros padres, cuando nos dejaban salir, debían confiar en que íbamos a comportarnos de una manera determinada. Estaban atentos a las señales de alarma y, por lo demás, no tenían opción. A nadie en su sano juicio se le hubiera ocurrido que su hija adolescente tuviera que llamar desde una cabina cada hora, o perseguir a su hijo por la calle, a menos que tuviera un buen motivo.

Nosotros geolocalizamos a nuestros hijos, les exigimos que nos respondan al teléfono cada vez que llamamos (aunque no tengamos una buena razón para interrumpir su momento de ocio) y, por si fuera poco, les obligamos a ser amigos nuestros en redes sociales.

¿Y qué sucede? Sucede que vemos cosas que nuestros padres no veían: cómo se relacionan con desconocidos, cómo hablan con sus amistades, qué aficiones poco recomendables tienen, qué fotografías se hacen…  Y tenemos miedo.

Es normal tener miedo ante los desafíos que se presentan a nuestros hijos. Es normal querer protegerles. Pero nuestra labor es educar, pero vigilarlo absolutamente todo no es educar: educar es enseñar autonomía, es ir dando espacios de libertad progresiva.

En internet también. Aunque eso implique no ser “amigos” de nuestros adolescentes en redes sociales.

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Lo que ocultan los adolescentes cuando nos bloquean en sus redes sociales

María le hizo a su hija una sola pregunta: si no escondes nada, ¿por qué no me aceptas en tus redes? Ella le respondió claramente que si su perfil era privado (una condición que María le había impuesto), le parecía justo poder decidir quién la seguía en redes.

¿Es justo?

Lo es, y de hecho hay varias razones de peso por las que un adolescente puede no querer que su madre o su padre le siga en redes: 

Quiere tener privacidad

Esta es la razón principal. No solamente la quiere: necesita privacidad desde un punto de vista madurativo y, legalmente, es su derecho. Que tu hijo adolescente no quiera que le sigas no significa que vaya a hacer cosas ilegales o peligrosas: significa, solamente, que hay una parte de su vida que no desea compartir contigo

Es la misma razón por la que cierra la puerta de su cuarto y por la que ya no te cuenta todo lo que le sucede, y es que para encontrar su propia individualidad, para saber quién es, tu adolescente necesita distanciarse de ti.

Necesita saber que cuenta con tu confianza

Esto es importantísimo. Tu adolescente está aprendiendo a relacionarse contigo como una persona adulta y, entre adultos, la confianza (no el poder, ni el miedo) es la base de cualquier relación sana.

Ten en cuenta, además, que solo si tenéis una relación de confianza, en la que tu adolescente no siente ni que le vigilas ni que le juzgas, querrá venir a ti, a pedirte consejo, cuando se equivoque. Si siente que estás pendiente de sus errores, probablemente te los ocultará.

Quiere cometer sus propios errores

La mayoría de los adolescentes necesitan cometer sus propios errores. Y está bien que lo hagan, siempre y cuando estos se den en un entorno más o menos controlado: esa es la vigilancia que sí debemos ejercer.

Internet es un espacio en el que vigilar es difícil, pero ser amigo de tu adolescente en redes sociales no es la solución, pues podrá hacer muchas cosas a tus espaldas y, probablemente, en ese caso, es probable que los errores serán más graves.

Es posible llegar a un acuerdo sobre redes sociales con tu hijo adolescente

Es preciso recordar que, como dice José Antonio Marina, la mayor parte de las adolescencias no son problemáticas. Y que, como dice Lisa Damour, en la adolescencia, cuando no hay humo, es muy improbable que haya fuego. Es decir: si no hay signos de alarma, lo más probable es que no haya nada de que preocuparse.

Tu adolescente tiene capacidad para entender que tú necesitas saber lo que hace. Que te preocupas sinceramente de que le pueda suceder algo.

Pero tú también deberías saber que entre la supervisión y el sobre-control hay una línea muy fina que no deberías pasar porque, una vez que se acaba la confianza, es muy difícil dar marcha atrás.

Te sorprendería saber la cantidad de adolescentes que tienen una “cuenta B” en redes sociales donde no aceptan a sus padres. Que tienen, incluso, un segundo móvil a escondidas.

¿De qué sirve, entonces, obligarles a que nos acepten?

Lo mejor, si estamos hablando de una adolescencia no problemática, es no forzar. ¿Cómo conseguirlo? Puedes intentarlo así: 

1. Cuanto más tarde, mejor

Más tarde no significa que tu adolescente no sepa lo que son las redes sociales, o que no pueda chatear con tu teléfono con su mejor amiga. Significa que retrases lo más que puedas el móvil propio y su presencia en redes, eso sí, hablando del tema, tratando de saber lo que piensa, dándole tu opinión… Cuanto más formado e informado llegue, mejor.

2. No pases de 0 a 100

Que le hayas comprado un móvil o que tenga ya la edad legal para estar en redes sociales no significa que pueda pasarse todo el día en ellas. Establece límites y horarios (dos consejos: nada de pantallas en las comidas ni en las habitaciones a la hora de dormir), y cumplidlos todos.

3. Deja claro un “protocolo” de redes y enséñale cómo cuidar su perfil

Si tu adolescente no tiene claros los límites entre lo que se debería o no poner en internet, explícale el criterio de “no subir una foto que no le enseñarías a tu abuela”. Puede parecer exagerado, pero es una manera fácil de que comience a cuidar su imagen pública y su privacidad.

Y, por supuesto, insiste siempre en que los comentarios han de ser siempre constructivos, y que no debe compartir ningún contenido ofensivo o humillante. 

4. Mantén un perfil bajo

Si tu adolescente está de acuerdo con que le sigas en redes, respeta una norma básica: las cosas, mejor hablarlas en privado. Si algo de lo que hace en redes no te gusta, cuéntaselo en casa, en un momento de tranquilidad.

Y antes de comentar, aunque sea para decirle lo orgullosa que te sientes de él, pregúntale si le molesta. Es adolescente: quizá no le apetezca que muestres signos de afecto en público.

5. Si se opone de forma tajante y no hay signos de alarma, confía

Si de verdad no quiere que le sigas en redes, coméntale que te apena no poder participar en esa esfera de su vida, pero que respetas su intimidad. Sin dramas, sin enfados. Dile que confías en su criterio, que sabes que no hará nada peligroso y que puede venir a ti ante cualquier problema. 

6. ¿Y el control parental?

Las apps de control parental pueden ser muy útiles, sobre todo al principio: para evitar el acceso a determinadas páginas y para restringir el tiempo de uso de dispositivos. 

Pero solamente sirven a medio o largo plazo si se combinan con la educación. Si no, serán vistos como un muro que tu adolescente querrá saltar. 

En definitiva, y como siempre: en redes sociales, como en todo, conexión, confianza y control. Las tres C’s de la educación de adolescentes.

1 comentario. Dejar nuevo

  • Gracias Diana, siempre muy utiles tus consejos.
    En cuanto a las 3Cs, estoy totalmente de acuerdo pero… si yo trato de tener confianza y falla?? necesita más control??? Le digo que no puede usar el móvil durante las horas de deberes, pero en cuanto salgo lo más mínimo, coge el móvil….. Quiero tener confianza pero no puedo!!!

    Gracias!

    Responder

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