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¿Geolocalizar a tu hijo adolescente? Tres motivos para no hacerlo.
Internet tiene mucho bueno, no cabe duda, pero también puede llevarnos por caminos que hace no tanto tiempo hubiéramos considerado ciencia-ficción. Desde hace algunos años, las tiendas se han llenado de dispositivos y aplicaciones que nos permiten geolocalizar a nuestros hijos; algunas son, incluso, superventas. ¿Es legal espiar así a nuestros hijos, especialmente a los adolescentes? ¿Es ético? Hoy te vamos a contar tres razones para no geolocalizar a tu hijo adolescente.
Parece sencillo. Una app que te quita la ansiedad de saber si a tu hijo adolescente le habrá pasado algo, dónde está cuando es la hora de volver y aún no ha llegado a casa, incluso si te miente cuando te dice que va a un sitio. Parece, incluso, que así ejerces mejor tu obligación de cuidar a tu adolescente: ¿qué mejor forma de cuidar a alguien que sabiendo en cada momento dónde está?
Sin embargo, y aunque aún hay pocas investigaciones al respecto (se trata de un tema muy reciente), lo que apuntan los especialistas en neurociencia y los pedagogos es que, lejos de ser una ayuda, el control por geolocalización de niños y adolescentes podría limitar su autonomía, incluso afectar a su desarrollo, y también a su relación con los padres. Además de que, desde el punto de vista estrictamente legal, hay algunos puntos negros, dudosos, sobre si sería un derecho o un abuso.
Te lo contamos a continuación.
1. Geolocalizar a tu adolescente puede acarrear problemas legales
En el ejercicio de la patria potestad hay un campo vago en lo que se refiere a la intimidad de los hijos.
El artículo 4 de la Ley de Protección del Menor afirma que:
- Los menores tienen derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Este derecho comprende también la inviolabilidad del domicilio familiar y de la correspondencia, así como del secreto de las comunicaciones.
No cabe duda: si controlamos mediante geolocalización el lugar donde está nuestro hijo en cada momento y este no lo sabe, estamos violando su intimidad. Algo que solo será legal si podemos demostrar que hay una razón de fuerza mayor, pues el ejercicio de la patria potestad debe siempre beneficiar a los hijos.
¿Y si mi hijo o hija sabe, y ha aceptado, que lo estoy geolocalizando? Ahí las cosas cambian ligeramente, pero hay que tener cuidado porque si el consentimiento de nuestro adolescente ha sido tomado bajo coacción (por ejemplo: “solo puedes tener móvil si dejas permanentemente activa esta app de geolocalización”), puede ser dudoso ante un juez.
Por otro lado, habría que saber qué hacen estas compañías con los datos que les brindamos gratuitamente, cómo los tratan y los encriptan (algunas apps permiten acceder a capturas de pantalla y activar el micrófono), no sea que al intentar proteger a nuestros hijos los estemos exponiendo a peligros que no habíamos considerado.
2. Geolocalizar a tu hijo adolescente podría afectar a su desarrollo
El desarrollo de nuestros hijos va de la mano de la realización de una serie de acciones. Igual que los niños pequeños aprenden a caminar si, simplemente, les dejamos hacerlo (su cerebro está “configurado” para este proceso), los adolescentes acaban realizando determinados aprendizajes sociales, como el ejercicio de la libertad, si les damos la oportunidad.
Y, de la misma manera que no dejamos solo a un niño pequeño en un entorno con peligros evidentes, como una escalera, las libertades deben estar acotadas al principio. Eso significa que hay que poner límites donde son necesarios, e irlos ampliando para que, en el futuro, ese adolescente sea una persona adulta capaz de interactuar en sociedad.
Pues bien, geolocalizar a los hijos podría atentar contra este desarrollo. Un adolescente geolocalizado no va a sentirse realmente libre y, por tanto, no será verdaderamente responsable de sus acciones. Si le dices a tu hijo o hija que debe estar en casa a tal hora o que no debe ir a tal lugar, pero lo estás monitorizando, entonces quizá nunca vaya a esos lugares o llegue tarde, pero no será porque crea que es lo mejor para él o ella, sino porque lo vigilas. No está siendo responsable y autónomo, que es lo que pretendes conseguir, sino obediente y sumiso.
Por otro lado…
…si geolocalizas a tu hijo le estás mandando el mensaje de que el mundo es un lugar peligroso, cuando lo cierto es que la mayoría de los países son cada vez más seguros: no le estás transmitiendo una razonable prudencia, sino tu propio miedo, que es irracional.
Y es cierto que hay sucesos terribles, traumáticos, pero ni son tan comunes como se cree ni suelen suceder en espacios desconocidos: en la mayoría de los abusos sexuales y secuestros, el agresor es una persona del entorno cercano, alguien en quien los padres confían. Y, en caso de que fuera una persona desconocida, probablemente apagaría el móvil de la víctima o se desharía de su dispositivo de rastreo, y no sería posible seguirle la pista.
Geolocalizar transmite a los padres una falsa sensación de seguridad a cambio de un precio muy alto: impedir el desarrollo normal de la responsabilidad y la autonomía y hacer de los hijos personas con miedos.
3. Geolocalizar a tu hijo adolescente puede afectar a vuestra relación
Vamos a decirlo de una manera un poco brusca: cuando geolocalizas a tu hijo adolescente, te estás fiando más de un dispositivo o de una app que de tu propio hijo. Y el mensaje que le das es que no es una persona de fiar.
Geolocalizar a tu hijo adolescente, aunque sea con su consentimiento, es una invasión continua de su privacidad. Y los niños, como dice siempre el pedagogo italiano Francesco Tonucci, necesitan libertad, privacidad, intimidad. Necesitan saber que sus padres no se van a enterar de cada paso que dan, y no necesariamente porque estén pensando hacer nada malo sino para sentirse competentes, hacer crecer su autoestima, verse valorados por los adultos.
Algunos padres argumentan que ellos mintieron cuando eran adolescentes. Que dijeron que iban al parque y se colaron en una discoteca. Que dijeron que iban a dormir a casa de su amiga y se quedaron bebiendo hasta la madrugada. Y ahora que son adultos y conocen bien los riesgos que corrieron, no quieren que a sus hijos les pase lo mismo.
Pero es que la libertad solo existe cuando hay posibilidad de transgredir. Si no, no es libertad, es otra cosa: es una especie de libertad vigilada que no se parece en nada a aquello que tú experimentaste en su día.
Si le dices a tu hijo adolescente que es libre, pero que deje la app encendida, le estás diciendo que no confías en él. Y recibirás, de vuelta, un adolescente frustrado y desconfiado: de hecho, uno de los pocos estudios que existen sobre geolocalización de hijos concluyó que los adolescentes que son monitoreados por GPS suelen confiar menos en sus padres, guardarse más secretos.
Y eso sí que debes evitarlo a toda costa…
La honestidad y la confianza son la base de tu relación con tu hijo adolescente, un vínculo sagrado que has de cuidar y fortalecer. Porque, con o sin geolocalización, el día que tu hijo adolescente cometa un error (y lo cometerá), querrás que se sienta libre de venir a ti, de pedirte ayuda para repararlo. Pero esa confianza solo la tendrás si se la has brindado antes.
Recuerda siempre que nuestra actitud y nuestras palabras modelan a nuestros hijos, y si le transmites la idea de que se puede confiar en él, seguramente se convertirá en alguien en quien se pueda confiar.
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P.D. Este artículo no está dirigido a casos que puedan suponer un peligro para nuestros hijos. Si existe abuso, acoso o cualquier otro tipo de peligro, lo aconsejable es hablarlo con las fuerzas de seguridad que nos recomendarán la mejor manera de actuar.
8 comentarios. Dejar nuevo
Eres genial!
jajaja muchísimimas gracias!!
Gracias Diana. Me parece un artículo de lo más útil e interesante.
A mi parecer es aplicable al tema de espiar su móvil.
Una relación basada en el respeto y la confianza hay que trabajarla día a día. Como padres tenemos que aprender a gestionar nuestros miedos e inseguridades, no solo por el bien de la relación, también para que ello no afecte a su personalidad, tan vulnerable en esta etapa.
Estoy contigo. Muchas gracias por comentar!
Gracias Diana.
Es un artículo muy útil ya que nos da una visión de la realidad y aunque los tiempos sean otros y dispongamos de tanta tecnología, nuestras adolescentes quieren lo mismo que queríamos nosotras: experimentar, descubrir, jugar “al despiste” con mamá y papá … en definitiva crecer sintiéndose libres.
Debemos trabajar a diario la relación de respeto y confianza para que su desarrollo no se vea coartado.
Nuestros temores no son los suyos como no eran los nuestros a esa edad.
Creo que ahora más que nunca debemos respetar su intimidad y tan solo hacerles saber que estamos cuando nos necesiten.
Y ya irán contando, que acaban haciéndolo cuando menos lo esperamos.
Bravo, suscribo palabra por palabra lo explicado en el artículo
Muchas gracias. Es todo un placer viniendo de una profesional como tú 😉
Gracias,tengo una hija que me está sacando canas verdes.Estaba a punto de hacer eso.Ahora comprendo porque no.Muchass gracias.