Sanar y evitar heridas emocionales a tu hijo adolescente

Cómo sanar y evitar heridas emocionales a tu hijo adolescente

En un post anterior hablábamos de las heridas emocionales de la infancia, esos microtraumas que, al repetirse en el tiempo, impiden en el niño un desarrollo pleno y acaban teniendo repercusiones en la edad adulta. Las heridas emocionales nos impiden ser quienes genuinamente hemos venido a ser y, además, nos predisponen a repetir con nuestros hijos e hijas las mismas actitudes que vivimos de nuestros padres. Sanarlas, decíamos allí, es la mejor decisión para estar mejor con nosotras mismas y para no causarles heridas emocionales a nuestros adolescentes.

Cómo educar a un adolescente en una familia monoparental

Cómo sanar las heridas emocionales de la infancia

1. Sé consciente de ellas

El primer paso para sanar las heridas emocionales es la consciencia. Y es que solo si sabemos que las heridas existen y están en nuestro interior vamos a ser capaces de realizar el camino necesario para curarlas.

Tus heridas emocionales no están bien curadas y por ello, cuando las aceptes podrás sentir que vuelven a sangrar. Esta es la razón por la que muchas personas prefieren “no verlas”. Pero piensa que desviar la vista no hará que desaparezcan (si fuera el caso, en todos estos años que has vivido de espaldas a ellas ya se habrían curado): muy al contrario, las heridas emocionales mal sanadas pueden generarte más dolor a largo plazo, en forma de problemas psicológicos como ansiedad, depresión, pensamientos obsesivos, problemas de sueño…

2. Ponles palabras

Tomar consciencia es el primer paso, pero debes ir un poco más allá en este hacer visible lo invisible: debes ahondar en la búsqueda y ponerles palabras a las heridas

Puedes elegir hablar con una persona cercana a ti, si te sientes capaz y tienes a alguien en quien confíes para ello, hablar con un profesional si crees que es lo mejor para ti, o simplemente, poner tus pensamientos por escrito

Pero es importante que le pongas nombre a esas necesidades emocionales o físicas que tuviste y que fueron ignoradas o mal atendidas, y también a los sentimientos que esa insatisfacción generó en ti. Ponerles palabras te ayudará a legitimizar esas sensaciones, a darte permiso para sentirte así, dolida, desprotegida, desatendida.

Poniéndoles palabras, además, te ayudarás a comprender que nada de lo que sucedió e hizo que tu yo infantil esté ahora mismo herido fue culpa tuya. Es probable, si has experimentado una o varias de las heridas emocionales, que de alguna manera terminaras culpándote a ti misma: es lo habitual porque la desprotección infantil provoca sentimientos de culpa. 

Solo si eres capaz de recorrer ese camino con tus ojos adultos y de ponerle las palabras justas a lo que sucedió podrás liberarte de esa culpa, que es un paso muy importante para sanar.

3. Permítete sentir

¿De quién es la culpa, entonces? Quizá hablar en términos de culpa no sea lo más adecuado aquí, pero muy a menudo, cuando nos liberamos de la sensación de ser culpables de las heridas emocionales que sufrimos en la infancia, el sentimiento que sigue es el enfado con los padres, que fueron las personas que no nos protegieron adecuadamente entonces.

Tendemos a reprimir este enfado porque nos han enseñado que sería poco respetuoso para con nuestros padres. Sin embargo, la realidad es que, aunque no fuera intencionadamente, esas heridas están causadas por personas que debían habernos protegido de ellas, y es normal que sintamos enfado. 

¿Debemos hablar con nuestros padres y reprocharles lo que “no hicieron bien”? Depende. Es una decisión personal y no debería estar guiada por el resentimiento, sino pensando muy bien qué queremos conseguir con esa conversación.

4. Responsabilízate

Una vez que ya hayas hecho este trabajo de autoindagación, si de verdad quieres superar tus heridas, tendrás que cambiar tu respuesta, haciéndote responsable no de lo que sucedió, sino de cómo quieres que sea tu vida a partir de ahora

Nuestro cerebro tiende a ahorrar energía repitiendo los patrones aprendidos, así que este compromiso deberá ser muy consciente para poder hacerse realidad: no un “voy a intentar cambiar” sino un “voy a cambiar”.

Este compromiso debe ser también compasivo. No podemos comprometernos desde la autoflagelación y el castigo, pues eso solo provocaría culpa y, a la larga, soledad, y las heridas emocionales no pueden sanar si te infliges más daño.

¿Qué hacer, entonces, para comprometernos de verdad con nuestro cambio? Aceptar nuestros errores desde la comprensión. Entender de dónde vienen, saber que la solución será un camino largo, y enfocarnos, con la convicción de que al día siguiente nos volveremos a esforzar y avanzaremos un pasito más, en la satisfacción por el camino que sí hemos recorrido hasta ahora, no en la angustia del que nos queda por recorrer.

5. Perdona

Los especialistas en heridas emocionales suelen afirmar que este camino culmina con el perdón a los padres, porque lo cierto es que te será imposible estar en paz contigo si sigues en guerra con ellos.

Es verdad, tus padres no supieron cubrir tus necesidades emocionales, pero la realidad es que hicieron lo que podían hacer, lo que sabían hacer. No solo porque entonces no había tanta información sobre las consecuencias de una crianza autoritaria y desapegada, sino porque ellos te criaron desde sus propias heridas emocionales.

Si lo piensas así, te permitirás dejar de centrarte en lo que tú no recibiste para pasar a tener presente lo que ellos necesitaron en su infancia, y cómo tú también puedes, desde tu yo adulto, quererles como son y como necesitan ser queridos.

Puedes profundizar más en este tema realizando nuestro taller ORIGEN, donde comprenderás la raíz de tus heridas de la infancia y obtendrás recursos para sanarlas.

Apúntate aquí.

Cómo evitar causarle heridas emocionales a tu adolescente

Una vez que hayas sido consciente de tus propias heridas y las hayas sanado o estés en el proceso de hacerlo, podrás comprometerte de manera más efectiva con las heridas de tus adolescentes.

Porque sí, hay una manera de educar sin causar heridas, desde la responsabilidad emocional: es la educación democrática y consciente.

¿Cómo puede la educación democrática ayudarte a no herir emocionalmente a tu adolescente?

Como sabes, este tipo de educación combina la firmeza en la imposición de normas y límites con el respeto y el cariño. Practicando sus principios conseguirás prevenir las heridas emocionales: 

  • Atención consciente y escucha activa, que refuerzan el sentido de pertenencia y previenen la herida del abandono, pues los adolescentes se sienten escuchados y tenidos en cuenta incluso en los momentos en los que se equivocan o deben seguir normas que no les apetecen.
  • Fomento de la autonomía y de la seguridad, desde el respeto por sus ideas y proyectos, lo que ayuda a construir un autoconcepto ajustado. Este principio previene la herida del rechazo, pues los adolescentes se sienten aceptados en su diversidad.
  • Imposición de límites y normas con respeto y empatía, de forma que la educación no suponga una humillación sino que se realice desde el conocimiento de las necesidades del otro y la necesidad de colaborar para vivir en sociedad, evitando así la herida de la humillación.
  • Coherencia con los propios principios y ausencia de promesas vanas, que ayudan a prevenir la herida de la traición.
  • Respeto por la diversidad, tolerancia y fomento del intercambio de ideas respetuoso, de manera que cada persona sea tratada dignamente, tu adolescente construya una autoestima sana y se prevenga la herida de la injusticia.

Como ya decíamos en el post anterior, para llegar a educar de forma democrática y respetuosa, es necesario haber sanado previamente las propias heridas emocionales, soltar tus patrones educativos y frustraciones y sentir que de verdad eres la persona que has venido a ser. 

2 comentarios. Dejar nuevo

  • Estoy muy agradecida por tus recomendaciones, intento ser major cada día, cuesta porque fui educada de una manera muy distinta, pero quiero que mí hijo sea feliz, por eso estoy aprendiendo a serlo yo. Tus palabras me ayudan muchísimo! Gracias

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  • Me he comprado tu libro y me parece genial porque es muy práctico. Me lo estoy empollando y sanando mis heridas emocionales con una sicóloga

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