Este verano, educa a tu adolescente en su tiempo libre

ESTE VERANO, EDUCA A TU ADOLESCENTE EN SU TIEMPO LIBRE

Llega el verano, después de un curso difícil y lleno de estrés, y parece que vamos a estar relativamente cerca de la antigua normalidad. Los más pesimistas imaginan un verano lleno de adolescentes zombies que salen al pasillo solo para coger algo de la nevera, sin levantar la vista del móvil, y cuando se acerca la noche se marchan de casa hasta la madrugada.

Un verano estéril, que pasa sin pena ni gloria hasta que en septiembre vuelven al instituto. Por eso hoy te quiero hablar de cómo educar a tu adolescente en una habilidad fundamental: el empleo de su tiempo libre.

LA DIFERENCIA ENTRE OCIO Y TIEMPO LIBRE

En la pedagogía del ocio, uno de cuyos referentes en España es el catedrático de la UAB Jaume Trilla, se distingue entre tiempo libre y ocio.
El tiempo libre es todo el tiempo que nos queda después de haber realizado las actividades impuestas (para los adolescentes, los estudios y las obligaciones domésticas). Abarca, por tanto, actividades de descanso, de participación social y de ocio.
El ocio es una parte del tiempo libre, la que empleamos en actividades de disfrute personal y colectivo.

POR QUÉ UNA BUENA ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO LIBRE ES IMPORTANTE PARA TU ADOLESCENTE

El tiempo libre es necesario para el desarrollo personal, tanto en la edad adulta como en la adolescencia, pero además, la forma de distribuirlo llega a ser un indicador de bienestar, desarrollo social y calidad de vida.
¿Por qué? Porque las actividades de ocio pueden caminar en dos sentidos:
→El ocio pasivo u ociosidad, centrado en el consumo o en actividades relacionadas con el aburrimiento (por ejemplo, mirar una pantalla solo “por mirar”), que llegan a hacer a la persona dependiente de la sociedad de consumo, anulando su iniciativa personal.

→El ocio activo o de entretenimiento, en el que se desempeñan actividades placenteras y de crecimiento personal (aficiones de diferente tipo).

adolescente
Adolescente

Hay algo que los adolescentes, con frecuencia, no saben, y que les encanta descubrir: que la persona que son hoy modela a la persona que serán en su edad adulta, independiente de quiénes hayan sido en su infancia. Es la revolución del cerebro adolescente de la que te hablaba hace unas semanas.
Pues bien, en esta revolución, la organización del ocio juega un papel fundamental.
Y esto se debe a que en las actividades de ocio activo se desarrollan habilidades importantes para la vida: compromiso, constancia, espíritu crítico, asociativo o de cooperación…
Asimismo, el ocio es un espacio de autoexploración y de libertad, donde se pueden descubrir características de la propia personalidad que en el tiempo de trabajo o de estudio, lleno de actividades impuestas, no se pueden explorar.

El ocio activo es, incluso, un espacio en el que se puede descubrir la vocación profesional.
En definitiva, ayudar a tu adolescente a organizar su tiempo de ocio es ayudarle, como dice Antonio Marina en su libro El talento de los adolescentes, a elegir quién ser y a dar pasos para llegar a ello.

¿CÓMO AYUDAR A TU ADOLESCENTE A ORGANIZARSE BIEN SU TIEMPO LIBRE?

Los estudios sobre ocio adolescente concluyen muchas veces en la escasa habilidad para gestionar su tiempo de ocio: atrapados entre el deseo de integrarse en el grupo y las imposiciones familiares, entre el coste económico del ocio y su falta de recursos, los adolescentes terminan consumiendo pantallas pasivamente porque no saben qué hacer.
Por esta razón es fundamental que nos pongamos manos a la obra y les ayudemos.

HABLA CON TU ADOLESCENTE SOBRE LO QUE QUIERE HACER

Quizá, este verano, tu adolescente “no sepa”. Es normal. Llevamos año y medio atrapados en una pandemia y las consultas de pediatría psiquiátrica están alcanzando cotas nunca vistas.

Ocio adolescente

Los adolescentesadvirtió a principios de junio la Asociación Española de Pediatría- están sufriendo más que nunca de estrés, ansiedad, depresión e intentos de suicidio. Los adultos también, pero la adolescencia es una etapa especialmente vulnerable y, en ella, las consecuencias del estrés son mucho más graves.

En esta situación, tu adolescente puede no tener claro lo que quiere hacer, más allá de descansar. Anímale a hacerlo, pero también a intentar descubrir cuáles son las actividades que le relajan y le llenan, y para las que quizá no tenga mucho tiempo durante el curso: en eso debería enfocarse este verano.

Pero piensa que el ocio solo es ocio si es elegido autónomamente, es gratificante y no tiene otro fin que la actividad misma.

OCIO NO ES SOLO OCIO ORGANIZADO

¡Es que no quiere ir al campamento que tanto disfrutaba otros veranos!”, me dijo el otro día una madre. Pasa mucho: tu adolescente ha cambiado, valora mucho el que nadie le diga lo que tiene que hacer y está mucho más ligado a sus amistades.

Así que, si en ese campamento no hay nadie de su círculo más íntimo, es normal que no quiera ir.
Las infancias actuales están llenas de actividades organizadas (por los problemas de conciliación, pero también por la intención de preparar a los hijos para la vida adulta) y al llegar a la adolescencia, ese tipo de actividad suele provocar rechazo.
La buena noticia es que el ocio también pueden ser actividades autoimpuestas, siempre y cuando procuren placer y crecimiento.
Ayuda a tu adolescente a trazarse un plan para llevar a cabo un proyecto, o para mejorar en algo. Abre tu mente, de verdad, a las posibilidades que te va a presentar, y anímale a llevar a cabo sus planes, sin juicios.

Pero cuidado: si el plan es demasiado ambicioso, puede que en algún punto tu adolescente pierda energía y motivación. Reevaluadlo juntos y ved si dividiendo las tareas en otras menores, puede atacarse a él de nuevo, o si merece la pena abandonarlo.

No te olvides de que un abandono siempre es un aprendizaje.

SÉ EJEMPLO AYUDÁNDOLE A LIMITAR EL OCIO PASIVO

Hablaba hace unos días con una amiga cuya hija mayor está a punto de cumplir diez años. Ella me decía que en su casa, a partir de la cena, estaban prohibidas las pantallas.
“¿Para todos?”, le pregunté. Pero no: solo para sus hijas.
Pues bien: eso, en la mayoría de los casos, no funciona.
Si quieres que tu adolescente sea consciente de que tiene que limitar su tiempo de ocio pasivo, debes empezar a limitar el tuyo. Si no, solo lo verá como una imposición.

Por otro lado, si tenéis un contrato para el uso de pantallas, revísalo, adáptalo a la situación (en verano, al haber más tiempo libre, es normal que se usen más) y acepta que los tiempos o espacios sin pantallas deben serlo para toda la familia.
A lo mejor si lo haces descubres que comienzas a leer más, o a dedicar más tiempo a esa afición que tenías abandonada, y le estarás dando a tu adolescente un ejemplo valiosísimo.

PERO NO OLVIDES QUE LAS PANTALLAS NO SON SOLO PASIVAS

A veces, cuando se critican “las pantallas”, así, en general, me acuerdo de Don Quijote. A él se le reprochaba que pasaba el tiempo leyendo novelas (¡hasta el punto de volverse loco!), y ahora ese es el sueño de toda madre para sus adolescentes.

Grupo de chicas con móvil

Así que recuerda: las pantallas son parte de nuestro mundo, y son tanto la puerta a un ocio de consumo y pasivo como a una parte de nuestra vida social o a actividades formativas y de autorrealización personal. Ya hablamos de esto en el episodio 26 del podcast.
Y es que no es lo mismo chatear con una amiga que está de vacaciones en otra ciudad que consumir capítulo tras capítulo de una serie de cuyo argumento ni siquiera nos acordamos después, crear tutoriales sobre su pasatiempo favorito o jugar a un juego en colaboración con otras personas.

ACEPTA QUE UNA PARTE DE SU TIEMPO LIBRE LA PASARÁ CON SUS AMISTADES

La adolescencia es una etapa de distanciación progresiva del mundo adulto y, por tanto, debes aceptar que una parte cada vez mayor del tiempo libre de tu adolescente la pasará con su grupo de iguales, y no tendrás control sobre lo que hace.
Este tiempo es necesario para todos los miembros de la familia, y estaría bien que tú también le dieras ejemplo realizando actividades fuera de casa, con otras personas.
Si te preocupa lo que hace cuando está con sus amistades, busca el momento para hablarlo y establece límites de forma prudente, sin que los vea como una agresión (horarios de regreso, tiempos para estar en familia).

La semana que viene ampliaremos este tema hablando de “malas compañías” en la adolescencia pero, de momento, quiero dejarte un mensaje: confía en tu adolescente y déjale equivocarse siempre y cuando no se ponga (o ponga a otras personas) en riesgo.

Los mayores aprendizajes vienen siempre de equivocaciones.
¿Te preocupa la organización del verano de tu adolescente? ¿Habías pensado o aplicado alguno de estos principios? ¿Tienes otros? Dime lo que piensas en los comentarios.

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