Hace un par de semanas se creó una enorme polémica en España por unas declaraciones del tiktoker con más seguidores del país (más de 26 millones), Naim Darrechi, que en una entrevista en Youtube afirmaba engañar a las chicas con las que se acostaba para no utilizar preservativo. Unas declaraciones muy preocupantes pues, además de constituir una exaltación del abuso sexual, suponen una llamada de atención sobre el fuerte trasfondo sexista de los contenidos que la juventud española consume. ¿Todavía hay sexismo en la adolescencia de 2021? ¿Es posible educar adolescentes no sexistas?
Índice del contenido
¿Hay sexismo en la juventud actual?
Una de cada veinte adolescentes españolas es o ha sido víctima de violencia de género, según el estudio Igualdad y prevención de la violencia de género, redactado por el Ministerio de Igualdad.
Es más, solo dos tercios de las adolescentes españolas tienen una buena protección contra la violencia de género (rechazan el sexismo y no han sufrido conductas de maltrato en la pareja). Entre ambos grupos, casi un 19% de las adolescentes están mal protegidas frente a la violencia machista, pues toleran o justifican el sexismo y las agresiones.
Si casi dos de cada diez chicas justifican el machismo y lo consideran normal, es que queda mucho que hacer.
Te recuerdo que hablamos sobre el machismo en la adolescencia en el episodio 77 del podcast.
TIPOS DE SEXISMO
En 1996 Peter Glick y Susan T. Fiske, investigadores norteamericanos, publicaron un artículo que ha supuesto la base de los estudios posteriores sobre sexismo. En él definían un concepto nuevo, el sexismo ambivalente.
El sexismo ambivalente supone una actitud positiva hacia el rol tradicional de la mujer. Se traduce en un paternalismo protector y en la idealización de la mujer, y se relaciona con la idea romántica del amor.
El sexismo hostil vehicula actitudes negativas hacia la mujer: paternalismo dominador y hostilidad abierta. Es una forma de sexismo fácilmente reconocible y que en nuestra sociedad se ha convertido en un tabú.
Las dos formas coexisten en nuestra sociedad, operando a la vez para legitimar y mantener el estatus superior de los hombres sobre las mujeres, el patriarcado y los roles de género tradicionales.
SEXISMO AMBIVALENTE EN LA ADOLESCENCIA
Los estudios llevados a cabo en España sobre sexismo en desde el paradigma propuesto por Glick y Fiske son claros: las manifestaciones evidentes del sexismo hostil son rechazadas por la sociedad, pero el sexismo benevolente sigue siendo tolerado y aceptado.
Esto favorece que la juventud crezca impregnada de este machismo sutil (que está presente en los medios de comunicación, en las redes sociales y en nuestra vida cotidiana), normalizándolo y permitiendo así la legitimación del poder de los hombres sobre las mujeres.
La adaptación al sexismo es tal que los y las adolescentes no son capaces de percibirlo en algunos constructos sociales, como la publicidad, la orientación académica o laboral y la organización del hogar.
Pero ese no es el único problema: ya hay bastantes estudios que demuestran que estas formas de sexismo ambivalente contribuyen también a la reproducción de la violencia machista y que, por tanto, el trabajo en contra de esta debe comenzar la tolerancia hacia ese sexismo suave.
¿Es posible educar en la igualdad?
No solo es posible: la erradicación de la aceptación del sexismo benevolente en la adolescencia es una tarea urgente y necesaria en la lucha contra la violencia machista y las limitaciones de tipo social que pesan sobre las mujeres.
Y la educación es un factor diferenciador: cuando una niña tiene niveles altos de autoestima, es más fácil que en la adolescencia la relación de pareja no tienda a la dependencia emocional, con lo que el riesgo de sufrir violencia de género disminuirá.
Pero no todo se juega en la infancia. Las primeras relaciones sentimentales son un espacio de búsqueda de la propia identidad, de autoafirmación y de construcción de la propia personalidad, y el cerebro adolescente está en un momento privilegiado para el establecimiento de principios y valores.
Por supuesto que la educación en igualdad debe comenzar en la infancia, pero toda acción educativa realizada a partir de la adolescencia cuenta, y mucho.
Diez claves para la educación no sexista de tu adolescente
Educar en la igualdad no es suficiente. Para erradicar el sexismo, es necesario que nuestros y nuestras adolescentes sean capaces de detectar y rechazar conductas machistas. Es decir: debemos ser activos y dotarles de herramientas que les ayuden a identificar las actitudes perpetuadoras del machismo, a protegerse frente a ellas y a rechazarlas de manera activa.
Aquí van algunos consejos.
Sé su espejo.
Si educas en pareja, ¿te has planteado alguna vez si tu modelo familiar es de corresponsabilidad?
¿Cuántas horas dedicáis tu pareja y tú al trabajo doméstico? ¿Cuántas al trabajo remunerado?
Estaría bien que lo pudieras apuntar para ver si hace falta cambiar algo, y cambiarlo.
Solo desde el ejemplo ayudarás a tu adolescente a construir una relación igualitaria.
Vigila tu lenguaje.
El lenguaje inclusivo ha sido muy ridiculizado. Sin embargo, la premisa de que lo que no se nombra, se borra, sigue siendo cierta.
Si quieres pistas sobre cómo usar el lenguaje para incluir, te aconsejo un libro de María Martín, Ni por favor ni por favora, donde se habla precisamente de cómo se deja de lado a las mujeres a través de la norma lingüística y de que el lenguaje inclusivo no es un invento ni un artificio.
Porque si no incluyes a tu hija, siente que es normal ser invisibilizada.
Reflexiona de forma feminista sobre su orientación profesional.
Cuando habléis sobre el futuro laboral de tu adolescente, procura reflexionar sobre las razones que te llevan a aconsejarle una u otra salida.
Mira bien cuáles son sus verdaderas habilidades y no te dejes llevar por una orientación de las chicas hacia las humanidades y los cuidados, o de los chicos hacia lo científico-técnico.
Hazle saber que la profesión de sus sueños no tiene género.
Facilita su desarrollo en igualdad de condiciones.
Los chicos no son inteligentes, valientes y movidos; las chicas no son trabajadoras, cuidadosas y tranquilas. Si lo son, es por un efecto de profecía autocumplida, no por una causa biológica.
Dales a tus hijos e hijas lo que necesitan (afecto, contacto físico, acción, soledad), intentando ver más allá de las creencias que nos limitan.
Eso permitirá que tus adolescentes comprendan que los estereotipos de género son eso, estereotipos.
Ayuda a tu adolescente a expresar sus emociones.
Ya sabemos cómo son las emociones en la adolescencia: una montaña rusa.
Pues bien, te toca aguantar el chaparrón.
Debes poner límites a toda expresión agresiva, pero aparte de eso, permite que tus adolescentes, especialmente los chicos, sepan que en casa tienen un lugar seguro donde las emociones se validan.
Así aprenderán que las emociones, las suyas y las de otras personas, son importantes.
Impón una política de tolerancia cero hacia el sexismo.
Piénsalo: los comentarios sexistas perpetúan el paradigma.
Y eso es precisamente lo que tenemos que evitar.
Ningún comentario, chiste o broma sexista de tu adolescente (chico o chica) debe quedar sin respuesta por tu parte.
Porque la única manera de que sea consciente de ellos es hacerle reflexionar.
Hablad de sexo.
Las expectativas sobre las relaciones afectivas y sexuales en la adolescencia se corresponden con la imagen estereotipada de mujer pasiva y hombre activo.
Las chicas siguen sufriendo un grado elevado de violencia sexual de diversos tipos (aceptación de prácticas sexuales que no querían realizar, chantaje para practicar sexo sin protección…).
¿De verdad quieres ser parte de eso?
Debemos decir basta a todas estas creencias y prácticas, y la mejor manera que tienes como madre o padre de adolescentes es ponerles palabras.
Ayúdale a detectar el sexismo implícito.
Tenlo claro: tu adolescente ha asumido el discurso sexista.
Así que te aconsejo que lo visibilices: siéntate a ver sus series, analiza los discursos de sus youtubers favoritos, hazle ser consciente del sexismo implícito de la publicidad.
No importa si parece que no te escucha o que se ríe de ti: el mensaje va a llegar.
Hablad abiertamente de casos de violencia de género.
Es verdad que algunos casos son muy dolorosos y pueden despertar emociones muy vivas, pero piensa que una de cada cuatro mujeres de 16 años o más ha sufrido violencia de control, el primer escalón de las agresiones machistas, por parte de una pareja o expareja.
Que no sea un tabú: tu hijo, tu hija deben saber que la violencia machista existe y que algunas actitudes socialmente aprobadas la favorecen.
Haz consciente a tu adolescente de los mitos sobre la violencia machista.
Ni afecta solo a mujeres de clase baja o familias desestructuradas, ni los maltratadores son solo víctimas de maltrato, enfermos mentales u hombres que abusan de sustancias, ni las mujeres que no denuncian lo hacen porque les gusta el maltrato, ni se trata de un asunto privado.
Hay muchos mitos que rodean a la violencia machista, y si no hablamos de ellos, los estamos perpetuando.
Recuerda: la violencia de género no es un fenómeno puntual, es la punta del iceberg del machismo estructural, y solo combatiendo ese machismo podremos erradicarla.
Si crees que tu adolescente está en riesgo, no dudes en buscar ayuda profesional. Y si quieres más información, puedes descargarte esta guía elaborada por la Comunidad de Madrid.
Y tú, ¿educas a tu adolescente en igualdad de género? ¿Qué estrategias usas? Me encantará leerlas.
Precocidad en la adolescencia
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Muy nutrida la información