Vuelta a la rutina escolar

¿Cómo ayudar a mi hijo adolescente a volver a la rutina tras las vacaciones?

Cuando llega el verano, muchas familias con adolescentes dejan de lado casi todas las rutinas que mantienen durante el curso escolar. Y es normal: en vacaciones, simplemente, se acaba dejando esa batalla. Sin embargo, con el regreso a las clases, es necesario retomar las buenas costumbres. ¿Cómo ayudar a un hijo adolescente a volver a la rutina?

Si en la familia se ha mantenido un cierto nivel de rutina durante el verano (horarios razonables para acostarse o para las comidas familiares), entonces la misión es relativamente fácil. Pero si se han abandonado, se puede hacer más complicado.

Y, sin embargo, es más que necesario, para los adolescentes, tener un marco adecuado y predecible.

Y cuanto antes esté este implantado, mejor irá el principio del curso escolar.

¿Son necesarias las rutinas para los adolescentes?

Se habla mucho de la necesidad de rutinas en la primera infancia, pero se olvida cuánto las necesitamos, también, los adolescentes y los adultos.

Y es que en nuestra sociedad parece que siempre tengamos prisa, que necesitemos estímulos nuevos continuamente; en este contexto, la rutina parece una limitación.

Esto es especialmente cierto para el cerebro adolescente, que está configurado, literalmente, para buscar la novedad.  

Pero conviene tener muy claro que las rutinas no son aburrimiento ni significan falta de improvisación. De hecho, las rutinas proporcionan un marco estable para que el cerebro pueda decidirse a improvisar y probar.

Las rutinas son secuencias de acontecimientos predecibles, y por esta razón permiten al cerebro descansar de la toma continua de decisiones (no es necesario “pensar” que después de desayunar hay que lavarse los dientes: simplemente se hace). De este modo:

Aportan orden.

Reducen la ansiedad y las conductas negativas, derivadas de los nervios y la incertidumbre de no saber qué “toca” hacer.

Aumentan la autoestima, al hacer más sencilla la comprensión del entorno.

Ayudan a madurar.

En la vida familiar, las rutinas hacen que cada pequeña decisión no sea una batalla, ayudan mantener la paz familiar.

Eso sí, nos referimos a rutinas razonables y flexibles; si son excesivamente rígidas, si ponemos nuestra atención más en el mantenimiento de la rutina que en las razones que nos llevaron a establecerla, entonces este objetivo se pierde. Desde el punto de vista educativo, la clave radica en establecer una rutina que permita espontaneidad e improvisación.

Cuando la rutina se concibe así, va a aportar al adolescente la serenidad y la paz mental que (aunque no lo sepa) le es imprescindible para construir sus experiencias nuevas.

 ¿Por dónde empezar a establecer la rutina adolescente tras las vacaciones?

La mayoría de los psicólogos consideran que la vuelta a la rutina tras las vacaciones ha de ser progresiva, comenzar una semana antes de las clases. Y esto, que en ocasiones ya cuesta aplicar con los niños pequeños, puede ser verdaderamente complicado con adolescentes, que prefieren “quemar” el verano hasta el último momento.

No vamos a llevar la contraria a los psicólogos, pero si crees que volver a los “buenos hábitos” antes de empezar el curso va a suponer una batalla demasiado difícil, quizá sea mejor que no lo hagas (ya sabes que con adolescentes lo mejor es elegir las batallas que se luchan). Puedes retrasarlo hasta que comience el curso escolar.

Eso sí, para cuando llegue el primer día de instituto, tienes que tener trazado un plan de rutinas con el que, sin agobios excesivos pero sin retrocesos, con firmeza y flexibilidad, consigas que el regreso a la “normalidad” se produzca lo más rápidamente posible.

Adolescente deberes rutina

Podemos considerar que, tras un verano adolescente, hay cuatro ámbitos de rutinas a las que volver:

Rutinas relacionadas con las pantallas y el sueño. Son un pilar fundamental porque sin descanso eficaz no hay nada más, y suelen ser las más difíciles de asentar.

Rutinas de alimentación. Una alimentación saludable es fundamental tanto para el crecimiento de tu adolescente (incluyendo el desarrollo cerebral) como para tener energía suficiente para el día. Si en verano se ha dejado de lado este aspecto, es el momento de volver a poner orden.

Rutinas escolares. Conviene establecer en casa un horario de estudio lo antes posible, pues aunque los primeros días de curso la carga de trabajo es menor, enseguida se multiplica. Si quedan asignaturas pendientes del curso anterior, también es importante comenzar lo antes posible.

Rutinas domésticas. Una vez esté establecido el horario escolar y extraescolar, y los horarios familiares para las comidas, debe quedar claro qué se espera de cada miembro de la familia cada día o semana, y comenzar a trabajarlo.

Rutinas de ocio. A veces en verano las familias con adolescentes “levantan la mano” con los horarios, y está bien, pero es necesario regresar lo antes posible, al menos entre semana, a un horario razonable, que tenga en cuenta la carga escolar y las extraescolares.

Puesto así, sobre el papel, parece que tenemos muchos frentes abiertos, y es verdad; por ello es aconsejable comenzar por aquello que más nos va a facilitar el resto. Solo tú sabes qué es mejor para tu familia: tal vez establecer los horarios familiares y en función de eso los de pantallas, y quizá no forzar aún con las tareas domésticas, o ser más flexible con el horario de estudio las primeras semanas y menos con la colaboración en casa. Pero recuerda, cuanto antes estén estos cinco ámbitos de rutinas funcionando adecuadamente, más sencilla será la convivencia en casa.

Consejos para reestablecer las rutinas cuando hay adolescentes en casa

En educación no hay fórmulas mágicas, pero sí podemos darte unos consejos generales para el regreso a las rutinas con tu hijo adolescente:

Cuanto antes, mejor

Lo mejor suele ser hacerlo antes de volver.  Pero si no lo has hecho, el mejor consejo es: hazlo ya. No esperes, no busques excusas: las rutinas y el orden son tus mejores aliados en la educación de tu adolescente.

No establezcas las rutinas de modo unidireccional

Aprovecha el regreso para implementar cambios y revisar acuerdos: en horarios, en tareas domésticas…

Siéntate con tu adolescente y poned sobre la mesa las necesidades y deseos de cada uno en este sentido. Cuando lo haces así, tu hijo adolescente se siente escuchado, y esto aumenta su nivel de implicación para con las rutinas.

Por supuesto, no se trata de ceder en lo fundamental, en los límites irrenunciables. Pero hay otras normas que sí son negociables.

Inventa una manera de dar las vacaciones por cerradas

Una comida especial, un álbum con las fotografías de las vacaciones, una excursión a un lugar que os guste especialmente… Los rituales ayudan a “cambiar el chip”, a dar por concluido un asunto y pasar a otra cosa. Pensad de qué manera podéis despediros de este verano que ya ha terminado y poner vuestras expectativas en lo bueno que va a traer el curso escolar.

Enfocarse en las metas (personales, laborales, escolares…) que cada uno se propone para el curso y establecer las rutinas considerando un plan para conseguir los propios objetivos también ayudará a ese “pasar página” mental.

Reserva tiempo para el ocio

Adolescentes con éxito según Harvard

Comienza el curso, pero todavía quedan días largos y de buen tiempo: aprovéchalos para permitiros pequeños momentos vacacionales en la rutina, tanto en el día a día como en el fin de semana.

Lo mejor es que intentes salir todo lo que puedas. Llévate a tu adolescente a tomar un café a una terraza, o a dar un paseo por el campo… Permítete una transición estos días, aunque las tareas de casa estén más desatendidas.

Desconectar adecuadamente, y de forma regular, ayuda a estar más centrados en el trabajo o los estudios cuando el tiempo de ocio se acaba.

Sé comprensiva

La educación ha de buscar siempre el raro equilibrio entre firmeza y flexibilidad.

Cuando regreséis a las rutinas tras el verano, no pretendas que tu hijo adolescente las cumpla todas de vez, sin pasar por un periodo de aclimatación. Pero tampoco permitas que, semana tras semana, la organización familiar siga siendo deficiente.

Nuestro consejo es dejar claro cuáles son los objetivos e intentar llegar a ellos sin prisa, pero sin perderlos nunca de vista.

Si ya lo has intentado todo con tu adolescente pero no consigues que se “someta” a las rutinas, quizá te convenga saber que para todos las rutinas deben tener un porqué.

Si tu hijo adolescente no es capaz de ser disciplinado en este sentido, puede ser que no tenga muy claro cuál es su lugar en el mundo, que se sienta superado por un día a día que no es capaz de comprender.

Y es que ser adolescente no es fácil. Por eso he creado La brújula, mi programa de mentoría grupal para adolescentes, en el que les ayudo a encontrar su propósito de vida y a potenciar sus talentos.

Acabo de abrir las inscripciones para 2023-24. Las plazas son muy limitadas, así que si quieres una para tu hijo adolescente, no lo dejes pasar. 

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