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Phubbing: por qué es un peligro para tu familia
La cena está servida, y la familia se reúne en torno a la mesa. Uno de esos momentos en los que esperas reconectar después de un largo día. Sin embargo, las conversaciones apenas fluyen. Tu hijo adolescente responde con monosílabos mientras busca, en la pantalla de su móvil, a qué hora está convocado para el partido del sábado. Su hermana mira de reojo el suyo, porque está repasando el examen de Historia del día siguiente. Tú, por tu parte, revisas rápidamente un correo del trabajo. Tu pareja sentada, a tu lado, aprovecha para cambiar una cita con el dentista, y no oye lo que decís. En casa le dais mucha importancia a la cena en familia, pero en realidad no estáis cenando en familia, pues cada uno está más conectado al mundo virtual que a las personas que tiene delante.
Seamos claros: esta escena es común en muchos hogares (con y sin adolescentes), pues refleja un fenómeno que está cobrando fuerza en nuestra sociedad: el phubbing. Aunque pueda parecer inofensivo (¿por qué no aprovechar la cena para esas cosas que, de todos modos, hay que hacer?), el phubbing es un hábito que daña significativamente las relaciones (familiares, de pareja, sociales…).
Conviene, por tanto, hacerse algunas preguntas: ¿qué es exactamente el phubbing y cómo está afectando a tu familia? Y, sobre todo, ¿cómo luchar contra ello?
El phubbing: ¿Qué es y por qué se ha convertido en un problema social?
El término phubbing surge de la fusión de las palabras phone (teléfono) y snubbing (desaire) y describe el acto de ignorar a las personas presentes para prestar atención a un dispositivo móvil. Este comportamiento, inicialmente asociado a la distracción ocasional, se ha convertido en una práctica habitual en una sociedad obsesionada con la conectividad.
El phubbing no solamente daña las relaciones interpersonales, sino también nuestra capacidad para construir vínculos emocionales sólidos. Según un estudio de Qustodio, los adolescentes pasan más de 3 horas al día mirando sus teléfonos, fuera del tiempo de escuela. Y ese tiempo no es muy diferente del que pasamos los adultos. Es decir, para ellos como para nosotros, el tiempo de pantallas no es simplemente ocio, sino dependencia emocional.
El hábito de mirar compulsivamente la pantalla, sin prestar atención a las personas de alrededor es, decíamos, negativo para cualquier relación. Pero para los adolescentes, que están en plena construcción de su identidad, el phubbing puede ser especialmente perjudicial. La adolescencia es una etapa en la que buscan validación, atención y pertenencia, pero el mensaje implícito del phubbing les comunica todo lo contrario: “No eres lo suficientemente importante como para merecer mi atención”.
Cómo afecta el phubbing a los adolescentes: lo que dice la neurociencia
Si queremos entender cómo impacta el phubbing en los adolescentes, es esencial que nos paremos a reflexionar sobre el funcionamiento de su cerebro. Durante esta etapa, el sistema límbico, encargado de regular las emociones, está en pleno desarrollo. A su vez, la corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones y el autocontrol, aún está madurando. Esto hace que los adolescentes sean especialmente sensibles a las señales sociales, como la aprobación o el rechazo.
Cuando un adolescente percibe que está siendo ignorado, su cerebro activa la misma respuesta que experimenta frente al dolor físico. Este fenómeno, conocido como «dolor social», desencadena la liberación de cortisol, la hormona del estrés. Si el phubbing se convierte en algo habitual, el adolescente puede desarrollar sentimientos de inseguridad, aislamiento e incluso resentimiento hacia quienes considera emocionalmente distantes.
Además, ser víctima de phubbing dentro del entorno familiar puede llevar al adolescente a buscar esa validación en otros lugares, como las redes sociales o grupos de amigos, donde quizá tampoco encuentre el apoyo emocional que necesita. Y no es raro que este círculo termine afectando a su autoestima, su capacidad para gestionar conflictos y su autopercepción como persona valiosa.
5 señales de alarma del phubbing en la familia
Puede pasar desapercibido como un hábito más de la vida moderna, pero hay ciertos indicios que te pueden alertar de que el phubbing está teniendo un impacto negativo en tu familia. Estas son las cinco señales más comunes:
1. Aislamiento emocional:
Tu hijo evita compartir sus pensamientos o emociones contigo, mostrando desinterés por la comunicación familiar.
2. Cambios de humor frecuentes:
Se muestra irritable, frustrado o triste después de intentar interactuar contigo o con otros miembros de la familia.
3. Excesiva dependencia del móvil:
Recurrís constantemente al teléfono, incluso en momentos reservados para la convivencia, como las comidas o las reuniones familiares. Puede, incluso, que tu adolescente o tú sintáis ansiedad cuando no tenéis el móvil a mano, lo que se conoce como nomofobia.
4. Desconexión en las relaciones:
Notas que las interacciones en tu hogar se han vuelto superficiales o inexistentes, con pocas conversaciones significativas. No hay conversaciones verdaderas ni momentos de, sencillamente, estar a gusto, sin más.
5. Bajo rendimiento escolar:
Si tu adolescente empieza a mostrar un bajo rendimiento en la escuela y, sobre todo, si este se da de manera continuada en el tiempo o excesivamente brusca, cuidado. Puede ser un reflejo del impacto emocional del phubbing.
Reconocer estas señales a tiempo es crucial para evitar que el problema escale y afecte de forma duradera a la dinámica familiar. Y, por supuesto, si sospechas una dependencia del móvil, no dudes en en contactar con un profesional.
5 consejos para manejar el phubbing en tu familia
La buena noticia es que, como casi siempre, puedes tomar medidas para reducir el impacto del phubbing y fortalecer los vínculos con tu hijo adolescente. El ser humano es resiliente y, si no existe un daño grave, es algo que puedes solucionar en familia. No va a ser fácil, pero con constancia lo vais a conseguir. Aquí tienes cinco estrategias prácticas para poner en marcha:
1. Establece momentos libres de pantallas:
Define horarios o espacios donde el uso de dispositivos esté prohibido, como durante las comidas o antes de dormir. Puedes liderar con el ejemplo dejando tu móvil fuera de la mesa.
2. Conecta con tu adolescente:
Dedica tiempo de calidad a estar con tu hijo, sin distracciones tecnológicas. Escucha lo que tiene que decir, valida sus emociones y muéstrale que su mundo importa.
3. Habla sobre el phubbing:
Habla con tu adolescente sobre el impacto que este hábito tiene en las relaciones. Ayúdale a reflexionar sobre cómo se siente cuando alguien lo ignora por mirar su móvil y cómo puede evitar hacer lo mismo con los demás.
4. Busca alternativas de ocio:
Propón actividades familiares que no incluyan tecnología, como juegos de mesa, caminatas al aire libre o cocinar juntos. El ocio compartido ayuda a que tu adolescente sienta ganas de contarte sus cosas y, por tanto, fortalece el vínculo familiar, además de reducir la dependencia del móvil.
5. Reevalúa tu propio uso del móvil:
Recuerda que, como decía María Montessori, tus hijos te miran todo el tiempo. Sé consciente del tiempo que pasas frente a las pantallas y haz un esfuerzo por priorizar las relaciones cara a cara; de este modo, es más probable que tu adolescente siga tu ejemplo.
El phubbing, en definitiva, no tiene por qué convertirse en una barrera insalvable en tu familia. Al identificar las señales de alarma y adoptar hábitos que prioricen la conexión emocional, puedes tomar cartas en el asunto y fortalecer la relación con tu hijo adolescente. Recuerda que, más allá de las pantallas, lo que realmente importa es la calidad del tiempo que compartís juntos.
Y es que, a fin de cuentas, lo más valioso que puedes ofrecerle a tu hijo no es un mensaje de texto o un vídeo viral, sino tu atención plena y tu amor incondicional.
¿Y tú? ¿Sientes que en tu familia sois víctimas del phubbing? ¿Qué medidas has adoptado para salvarlo?
2 comentarios. Dejar nuevo
Muchas gracias por la información. Soy de Argentina y te sigo x IG. Me pasa con mí hijo de 12 años, que no quiere conversar en las cenas o meriendas que es el tiempo que compartimos y es una lucha que deje el celular, aunque termina dejándolo pero siempre en disputa. Yo no lo uso en esas instancias. Pero parece que él elige en que momentos se quiere comunicar y compartir y cdo no. Eso no logro modificarlo.
Hola Pasamos por esta situación todo el tiempo en mi familia. Tengo mellizos de 14 años y tanto ellos como nosotros estamos todo el tiempo con los celulares en mano. y particularmente con mi hijo la situación me preocupa porque no interactua o lo hace cada vez menos. Intento que sea diferente pero hasta con mi pareja me cuesta y ter.ino yo también trayendo el celular a la mesa… me siento agotada para seguir pidiendo y discutiendo que dejemos los celulares….