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A mi hijo no le gusta la clase que le ha tocado
Estela vuelve del primer día de instituto y su madre le pregunta cómo le va, qué tal los nuevos compañeros… Ella se tira en el sofá, deja caer la mochila y grita: “¡Fatal! ¡Me ha tocado una clase horrible! ¡No tengo a ninguna de mis amigas!”
Desde hace algún tiempo viene siendo habitual que en los centros escolares no se mantengan los mismos grupos durante toda la escolaridad, sino que se vayan variando. En Secundaria, además, el inicio de la optatividad en algunas asignaturas tiene como consecuencia la mezcla de clases. En ambos casos, los adolescentes se ven enfrentados a un grupo nuevo, en el que quizá conozcan algunas personas, pero puede que no. Casi como cuando cambian de centro en el paso de Primaria a Secundaria.
Ese tipo de cambios, sobre todo cuando no vienen dados por una razón “objetiva” (como la elección de asignaturas optativas) suelen generar mucha controversia, tanto por parte de los adolescentes como de sus padres, que se ven venir las quejas y, además, se preguntan si de verdad merece la pena imponer cambios sociales en una etapa que, de por sí, ya es difícil.
Porque cuando al adolescente en cuestión no le gusta la clase que le ha tocado en suerte, suele significar un descenso sin frenos en su montaña rusa emocional que afecta a la vida familiar y, a veces, hasta a la académica.
Pero que no cunda el pánico: casi siempre es un problema menos complicado de lo que parece, porque los adolescentes, con su cerebro, su cuerpo y su vida social en pleno crecimiento, son más que capaces de adaptarse a los cambios.
¿Por qué se mezclan los grupos en los centros escolares?
Como decíamos, más allá de las mezclas por optatividad (poner en la misma clase a quienes cursan las mismas optativas), los centros tienen razones pedagógicas para ir combinando de diferentes maneras al alumnado del mismo curso. Las más importantes son estas:
Es una medida preventiva contra el acoso escolar
Esta es, probablemente, la razón más importante y la menos contestada. Es verdad que el acoso puede darse también en el patio, y se extiende hasta la calle y la casa, incluso, a través de los teléfonos móviles, pero separar, por un lado, a los líderes de las actitudes violentas de su “camarilla” y, por otro, a quienes pueden parecer víctimas más fáciles de los que presentan un perfil de acosador, parece que puede cortar el problema de raíz.
Prevenir el acoso escolar no es sencillo, pero cuando se va “mezclando” a los alumnos de un curso, se obstaculiza la creación de grupos cerrados que actúen como caja de resonancia de los acosadores.
Permite equilibrar las necesidades educativas del curso
Lo ideal, en un centro educativo, es que los alumnos con necesidades, aquellos de rendimiento excelente y quienes tienen un rendimiento menor, estén equilibrados en las aulas. Lo contrario, cuando los de alto rendimiento se separan sistemáticamente de los de rendimiento medio o bajo, no suele tener beneficios para los primeros y, sin embargo, sí perjudica a los otros, pues les puede llevar a pensar que “no valen”.
Como las necesidades de cada alumno van cambiando, entran personas nuevas… A veces es necesario hacer ajustes que reequilibren el curso.
Favorece el desarrollo de habilidades de socialización
Cuando un chico o chica sale del instituto y ha pasado “toda la vida” con las mismas amistades, en ocasiones le cuesta generar relaciones nuevas al salir. Si se van mezclando los grupos de forma sistemática cada cierto tiempo, los alumnos pueden mejorar sus habilidades sociales cada curso, conociendo a personas nuevas.
Además, el ir conociendo a todos los componentes del curso hace que cada alumno pueda ir uniéndose a personas que comparten sus intereses.
¿Por qué los adolescentes se resisten a los cambios de clase?
Todas estas teorías pedagógicas quedan muy bien desde la mirada adulta, pero a los adolescentes, sencillamente, no les gustan los cambios innecesarios, y es normal. Su cerebro está sometido a demasiados cambios como para enfrentarse a otros nuevos, que ellos muchas veces ven arbitrarios y, en ocasiones, sienten como una venganza o un castigo de los profesores.
La razón fundamental por la que no le gusta su clase es, no cabe duda, que sus amistades ya no están en ella, pero hay que profundizar un poco más para saber si subyace otro motivo por debajo. Algunos de estos motivos pueden ser:
Se ha encontrado con una situación social difícil
Aunque los cambios de grupo suelen estar muy cuidados, y en muchos centros se hacen conjuntamente con el departamento de orientación, se elaboran sociogramas, etc., en ocasiones pueden generarse dinámicas que no se habían previsto.
Quizá tu adolescente tiene ahora en su clase a una persona con la que se lleva mal y, al carecer de apoyos, puede sentir un malestar que va más allá de la mera resistencia al cambio.
Hay en la clase un grupo cerrado que no le deja entrar
Es más frecuente cuando un adolescente se enfrenta a un cambio de centro educativo, pues cuando se hacen cambios de grupo se intenta que no suceda, pero a veces ocurre que en una clase rápidamente varias personas forman un grupito cerrado que impide el paso a otras personas.
Ante esto, tu adolescente puede sentir que nunca podrá hacer amistades en su nueva clase.
A tu adolescente le cuesta hacer amistades
Hay adolescentes que, de manera natural, tienden a tener pocos amigos. Pero también hay adolescentes que, aunque quieren, no saben cómo hacer nuevas amistades. Los adolescentes con pocas habilidades sociales son más frágiles ante los cambios, pues si pierden apoyos muy importantes suelen sentirse perdidos.
Tu adolescente no quiere enfrentarse al cambio
Este es el caso más común: no hay ninguna dificultad objetiva, pero tu adolescente está enfadadísimo con el cambio, dice que la gente del grupo (a quienes en realidad apenas conoce) le caen mal, que no va a poder ir a clase sin sus amigas…
Hay que entenderlo: el cerebro humano tiende a evitar el cambio, es su manera de conservar energía. Y, aunque el adolescente es un cerebro que se caracteriza precisamente por buscar los cambios, no son iguales los cambios buscados que los impuestos por los adultos.
Cómo ayudar a tu adolescente si no le gusta su nueva clase
Los adolescentes suelen ponernos un poco difícil el ayudarles de forma activa. Pero casos como un cambio de clase, si no hay un problema subyacente, son relativamente sencillos de acompañar, pues se trata de un proceso que irá completando de manera autónoma, en el que tu única labor va a ser estar ahí (y sí, estar ahí, a veces, es complicado).
Algunas maneras en las que puedes acompañar a tu adolescente son:
1. Acoge sus sentimientos sin juzgar
Deja que se vacíe. Deja, incluso, que su discurso se suba un poco de tono, si culpa a los profesores, a la directora… Mientras no tenga actitudes irrespetuosas o violentas hacia nadie y se quede únicamente en un desahogarse en casa, trata de acogerlo sin juzgar.
2. Recuérdale que puede ver a sus amistades en otros momentos
En el patio, los fines de semana, en casa… Trata de favorecer que invite a sus amigos “de antes”. Recuérdale que las amistades son personas que están con nosotros a lo largo de la vida, pero no necesariamente siempre en nuestra clase.
3. Háblale de las amistades sanas
Quizá tu adolescente había formado con sus amigos (o con un solo amigo) un grupo excesivamente cerrado, con roles muy determinados, en el que otros chicos tenían difícil entrar. En este caso, la separación es saludable, porque le va a permitir salir de esa relación en la que estaba encasillado.
Trata de hacerle entender que abrir las amistades también le permite a uno mostrarse como es.
4. Fomenta que tu adolescente tenga amistades fuera del instituto
Participar en actividades extraescolares puede hacer que tu adolescente haga otras amistades, en un contexto diferente del centro escolar, y puede ayudarle a relativizar los cambios que se dan en el instituto.
5. Dale tiempo, y obsérvalo
Lo más probable es que para el mes de octubre tu adolescente ya tenga nuevas amistades en su clase. Si no sucede así, o si sientes que para tu hijo este cambio es excesivo o existen otros motivos de peso que consideres que se deben tener en cuenta, habla con su tutor o con el orientador del centro para que te cuenten su visión y te propongan una manera de solucionarlo.
Al mismo tiempo, piensa que aunque a tu hijo adolescente no le gusta su clase, puedes aprovechar el momento para reflexionar acerca de lo que significan las relaciones sociales y la amistad.
Cuéntanos, ¿a tu adolescente le han cambiado de clase este curso? ¿Está contento con sus nuevos compañeros?
1 comentario. Dejar nuevo
Muy alentador tu artículo. Me ayudan tus consejos en mi día a dia