«¡Es que no me entra!», dice María desesperada, después de dos horas delante del libro de Historia. Ayer, las tareas se alargaron otra vez hasta más allá de la hora de irse a dormir. Sus profesores dicen que no se esfuerza lo suficiente, que está distraída, pero su madre cree que son las notas las que no reflejan el tiempo invertido. Lo curioso es que de pequeña no parecía tener problemas, pero ahora, en la adolescencia, todo parece haberse complicado.
Situaciones como esta son más comunes de lo que pensamos. Las dificultades de aprendizaje pueden pasar desapercibidas durante años, ya que muchos niños desarrollan estrategias para compensarlas. Pero cuando las exigencias académicas aumentan en el paso a la enseñanza secundaria, estas estrategias pueden dejar de ser suficientes. Y ahí los problemas pueden confundirse con la falta de motivación o desinterés hacia los estudios tan comunes en esa etapa, retrasando el apoyo necesario.
Es importante recordar que cada adolescente tiene su propio ritmo de aprendizaje. La presión por cumplir con los estándares académicos tradicionales puede generar ansiedad y hacer que un problema de aprendizaje pase desapercibido o se minimice. Los padres, en su deseo de ayudar, pueden interpretar erróneamente la situación y asumir que su hijo no se esfuerza lo suficiente.
Entonces, ¿cuáles son las señales a las que debes prestar atención? ¿Cómo saber si tu hijo tiene dificultades de aprendizaje y qué hacer al respecto?

Índice del contenido
¿Qué es exactamente una dificultad de aprendizaje?
Tener dificultades de aprendizaje no significa simplemente sacar malas notas o no conseguir aprobar una asignatura concreta. Se trata de una diferencia en el procesamiento de la información que afecta la manera en que el adolescente recibe, procesa y expresa el conocimiento. No se relaciona con la inteligencia ni con la falta de esfuerzo, sino con diferencias en el funcionamiento cerebral.
Y es que, cuando hablamos de educación, es fundamental que vayamos siempre a la fuente del problema, y que sepamos distinguir entre lo que es verdaderamente un problema y aquello que, sencillamente, es una diferencia individual. Por eso en Adolescencia positiva estamos empeñados en formar a las familias con adolescentes en la esencia de esta etapa.
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Volviendo a las dificultades de aprendizaje, pueden manifestarse de diferentes maneras y en distintos ámbitos. Algunos adolescentes pueden tener problemas con la lectura y la escritura, mientras que a otros puede costarles retener información o resolver problemas matemáticos. Pero algunos indicadores clave son:
1. Dificultad persistente para comprender textos
Si le cuesta entender el significado de lo que lee, aunque el vocabulario no sea complejo, podría haber una dificultad en la decodificación o en la comprensión lectora. Esto puede hacer que evite la lectura, tenga problemas con la interpretación de enunciados o le resulte complicado seguir instrucciones escritas.
2. Problemas con la organización y la gestión del tiempo
Se le olvida entregar trabajos, subestima el tiempo que necesita para estudiar o no sabe por dónde empezar. Muchas veces, esta dificultad puede confundirse con «poca responsabilidad», cuando en realidad es un problema en la planificación y la memoria de trabajo.
3. Dificultad para expresar ideas por escrito
Redacciones desordenadas, problemas con la gramática o la ortografía y un estilo confuso pueden ser señales de dislexia o dispraxia verbal. Esto también puede llevar a que el adolescente evite participar en actividades que impliquen escritura o se sienta inseguro al expresar sus pensamientos.
4. Bajo rendimiento en matemáticas
Si tiene problemas persistentes con los números, los cálculos y la resolución de problemas, podría haber una discalculia. No se trata solo de que «no le gusten las matemáticas», sino de que puede tener dificultades para reconocer patrones, comprender gráficos o recordar fórmulas matemáticas.
5. Problemas con la memoria de trabajo
Olvida información rápidamente, tiene dificultades para seguir instrucciones o para recordar datos recién aprendidos. Esto puede afectar a su capacidad para estudiar de manera efectiva y hacer que se frustre con facilidad.
Cuando estos problemas no se detectan a tiempo, pueden lastrar no solo el rendimiento académico, sino también la autoestima y el bienestar emocional del adolescente.
Las consecuencias de un diagnóstico tardío
Muchas familias, decíamos antes, no reciben un diagnóstico hasta la adolescencia. De hecho, en ocasiones no sospechan siquiera que pueda haber dificultades.
Esto puede deberse a múltiples factores. En algunos casos, los niños desarrollan estrategias para compensar sus dificultades en los primeros años de escolarización: memorizar en lugar de comprender, pedir ayuda con frecuencia o dedicar mucho tiempo, más del habitual, a las tareas escolares. El problema es que, cuando las demandas académicas aumentan en la secundaria, estas estrategias dejan de ser efectivas y sus carencias se hacen más visibles.
Además, en muchas ocasiones, el entorno educativo no tiene la información suficiente para detectar estas dificultades a tiempo. Los profesores pueden interpretar el bajo rendimiento como falta de interés, dispersión o pereza. Incluso en casa, los padres pueden no notar los signos hasta que el adolescente empieza a mostrar rechazo al estudio, ansiedad o frustración constante.
Otro factor que puede retrasar la identificación de un problema de aprendizaje es la dificultad para diferenciarlo de otras cuestiones emocionales. La adolescencia es una etapa de muchos cambios, y los estados de ánimo fluctuantes pueden hacer que se confunda una dificultad de aprendizaje con un problema de motivación o de autoestima.
No obstante, este retraso en la identificación puede tener consecuencias significativas:
Las consecuencias del diagnóstico tardío pueden ser significativas:
Baja autoestima
Un adolescente que se siente «menos capaz» que sus compañeros puede desarrollar inseguridad, dudar de sus propias habilidades y evitar enfrentarse a lo académico por miedo de fallar. Esta percepción puede extenderse a otras áreas de su vida, afectando así a su confianza en sí mismo.
Problemas emocionales y ansiedad
La frustración constante al no obtener los resultados esperados puede derivar en altos niveles de ansiedad. En algunos casos, el miedo al fracaso puede hacer que evite ciertas actividades, desarrolle un fuerte rechazo escolar o incluso experimente síntomas de depresión.
Dificultades en la relación con los demás
Un adolescente con dificultades de aprendizaje puede sentirse aislado, evitar trabajos en grupo o rechazar actividades en las que se sienta expuesto. También es posible que desarrolle una actitud desafiante como mecanismo de defensa, para ocultar su frustración o evitar ser juzgado.
¿Por qué intervenir en las dificultades de aprendizaje en la adolescencia?
A pesar de esto, nunca es demasiado tarde para intervenir. Las razones para actuar incluyen:
1. El cerebro adolescente aún está en desarrollo
La adolescencia es una etapa clave en el desarrollo cerebral. El cerebro adolescente tiene una gran capacidad para adaptarse y aprender nuevas estrategias. Por eso, con el apoyo adecuado, los adolescentes pueden desarrollar herramientas que les permitan superar sus dificultades de aprendizaje y fortalecer sus habilidades cognitivas.
2. Un apoyo adecuado reduce la frustración
Muchas veces, el mayor desafío no es la dificultad en sí, sino la sensación de impotencia que genera. Cuando un adolescente entiende sus propias dificultades, deja de sentirse «incapaz» y comienza a desarrollar estrategias para superarlas. La orientación y el acompañamiento en este proceso pueden ser claves en su bienestar emocional y académico.
3. Aprender herramientas para la vida
Las estrategias que desarrolle ahora no solo le ayudarán en su etapa escolar, sino que serán fundamentales para su futuro. Técnicas de organización, planificación y autoconocimiento le servirán en su vida universitaria, laboral y personal. Aprender a afrontar desafíos con resiliencia y confianza es una habilidad esencial para la vida adulta.
¿Cómo ayudar a un adolescente con dificultades de aprendizaje?
No te quepa duda de que la mejor guía de actuación te la dará, para el caso concreto de tu adolescente, un profesional especializado en dificultades de aprendizaje. Solamente una persona formada podrá ayudarle no solamente a aprender mejor sino también a enfrentarse a los miedos que haya ido adquiriendo a lo largo de los años. Sin embargo, te damos algunas estrategias generales que pueden ayudar a los adolescentes con dificultades de aprendizaje:
Fomenta un ambiente de comprensión
Valida sus esfuerzos y evita comentarios que refuercen la idea de que «no es lo suficientemente bueno». Jamás los comentarios negativos ayudaron a nadie: la paciencia y el apoyo emocional son clave para su confianza.
Crea rutinas visuales
Utiliza calendarios, listas de tareas y esquemas para ayudarle a organizarse. La estructura reduce la ansiedad y facilita la planificación. Si tu adolescente, cuando se sienta a estudiar, sabe lo que tiene que hacer, se ahorrará muchas dudas, ansiedad y tiempo desperdiciado.
Usa herramientas tecnológicas
Aplicaciones de lectura en voz alta, correctores ortográficos y organizadores digitales pueden facilitar su aprendizaje. No se trata de depender de la tecnología, sino de emplearla en su propio provecho.
Enséñale técnicas de estudio adaptadas
Prueba mapas mentales, resúmenes orales o métodos multisensoriales que se adapten a su estilo de aprendizaje. En ocasiones es difícil y supone un verdadero desafío para las familias, pero cuando un adolescente aprende a aprender a su manera, sus dificultades se ven muy reducidas.
Refuerza sus logros
Celebra cada avance, por pequeño que sea. El reconocimiento positivo refuerza su motivación y autoestima, que son, precisamente, sus mayores desafíos. Recuerda que lo escolar es importante, sobre todo en esta etapa, pero lo es más aún la construcción de su personalidad, y ser capaz de enfrentarse a las propias dificultades es un aprendizaje mucho mayor.
Descubrir que tu hijo tiene dificultades de aprendizaje puede resultar un reto inesperado, pero también es una oportunidad para entenderle mejor y ofrecerle las herramientas que necesita. Con el apoyo adecuado, puede desarrollar confianza en sí mismo y encontrar estrategias que le permitan aprender de forma más efectiva. El aprendizaje no es una carrera de velocidad, sino un camino que cada cual construye a su propio ritmo.