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¿Por qué mi hijo adolescente respeta más a su padre que a mí?
María tiene un adolescente de 15 años y, como muchas otras madres, a veces se pregunta quién es esa persona que vive en la habitación de quien antes era su hijo. Y es que David, el niño que hace nada quería estar con ella hasta cuando iba al baño, es ahora un adolescente con quien discute sin cesar. Pero lo que más le duele es que su hijo parece escuchar y respetar más a su padre que a ella. Cada vez que María intenta establecer una conversación seria, se siente ignorada o, peor aún, descalificada. Esta situación ha creado un abismo emocional entre ellos. María se pregunta si hay algo que está haciendo mal y si podrá recuperar el respeto de su hijo.
Esta historia no es única. Muchas madres sienten la frustración de creer que sus hijos adolescentes receptan más a la figura paterna, lo que puede provocar inseguridades y un deterioro en la relación. Pero, ¿por qué ocurre esto?
Casi todas las experiencias que son comunes a muchas familias con adolescentes tienden a ser normales, y a tener que ver con el momento de desarrollo, tan especial, en que están inmersos. En este caso, toca directamente a la necesidad de buscar su propia identidad (rebelándose contra los padres) y a un cambio en la percepción de las figuras de autoridad.
Comprendiendo cómo funcionan estos dos parámetros (identidad y autoridad), y entendiendo que la situación no va a cambiar de un día para otro, estamos seguros de que se hará más llevadera para toda la familia.
¿Cómo funcionan las figuras de autoridad en la adolescencia?
“¡Es que no me respetas!” – dice María (y con ella, muchísimas madres, padres y docentes de adolescentes) a diario. Pero nuestra generación viene de unos parámetros educativos bastante rígidos, por lo que merece la pena que nos preguntemos, de manera seria y sosegada, qué es el respeto.
El respeto es una construcción social formada a través de experiencias e interacciones que se dan, en primer lugar, en el entorno familiar. Los niños muy pequeños tienden a idealizar a sus figuras de autoridad (padres, profesores, cuidadores) y a establecer una relación basada en la admiración y el deseo de imitar a aquellos adultos que les rodean. La primera construcción identitaria está, así, centrada en los valores y comportamientos de las figuras de autoridad de la primera infancia.
Los adolescentes, por su parte, necesitan des-identificarse con esas figuras idealizadas de la infancia, así que someten a los adultos que les rodean a un juicio de valor. La autoridad ya no está ligada a la afectividad, sino a toda una serie de elementos, mucho más complejos, ligados a una escala de valores nueva que se están conformando. En este contexto, tanto las madres como los padres desempeñan roles cruciales, pero la percepción de respeto puede variar entre ellos. Algunos elementos que influyen en la percepción de las figuras de autoridad y el respeto en la adolescencia son:
Los estilos de crianza
Los estilos de crianza influyen más de lo que pensamos en cómo los adolescentes perciben a sus padres. El estilo autoritario, que se caracteriza por reglas estrictas y poco espacio para el diálogo, puede generar resistencia. Por otro lado, un estilo permisivo, donde se evita la disciplina, puede llevar a una falta de límites. El llamado estilo democrático, más equilibrado, que combina firmeza y apoyo, es más propenso a fomentar el respeto mutuo en el que se basa la autoridad a partir de la adolescencia.
La comunicación
La forma en que nos comunicamos con nuestros hijos también afecta a su percepción de autoridad. En la adolescencia, los hábitos de diálogo, como la escucha activa y la validación de sus emociones, son fundamentales. Si en casa se ha promovido un ambiente de diálogo abierto y respeto mutuo, es probable que el adolescente se sienta cómodo expresándose y respetando a ambos padres.
La sensación de seguridad afectiva
En general, niños y adolescentes establecen un vínculo muy especial, único, con la persona que más les ha cuidado en la infancia, que suele ser la madre. Esto tiene una “cara B”, pues la sensación de seguridad afectiva hace que dejen salir emociones, normalmente desbordadas, que en otros lugares no dejarán salir. Es un poco lo de que “donde hay confianza, da asco”. Y es que muchos adolescentes parecen respetar más a los padres porque con las madres tienen un vínculo más especial.
Consejos para reforzar el respeto
Por mucho que hayáis querido hacer equipo en la educación de los hijos, cada uno de vosotros tiene su estilo y su personalidad, y es bastante probable que uno de los dos haya pasado más tiempo con ellos. Por eso, llegada la adolescencia, la relación con cada uno de vosotros será diferente.
Y aunque te sientas mal porque tu hijo respeta más a su padre, sería un error caer en la trampa de la competición. Algunas madres que se ven en esta situación intentan por todos los medios ganarse la atención y respeto de sus adolescentes, lo que puede llevar a confrontaciones y malentendidos. Esta dinámica no solo es poco saludable, sino que puede agravar la situación y crear un ambiente de tensión en el hogar.
Tampoco es buena idea caer en la trampa de la culpabilidad, porque casi seguro que no has hecho nada mal. Y si has tomado decisiones que ahora te parecen poco acertadas, más que culparte, lo que puedes hacer es trabajar para ir cambiando la relación con tu adolescente.
Porque aunque hoy te parezca imposible, sí puedes ganarte el respeto de tu adolescente, poco a poco, con algunas estrategias:
1. Reflexiona sobre tu estilo de crianza
Date un momento para reflexionar sobre tu estilo de crianza. ¿Es democrático, autoritario o permisivo? Analiza cómo tus interacciones diarias con tu hijo influyen en su percepción de ti. Ajustar tu enfoque educativo puede marcar una gran diferencia.
2. Ten siempre abiertas las puertas al diálogo
Establecer una comunicación abierta y sincera es vital. Anima a tu adolescente a expresar sus pensamientos y sentimientos sin miedo al juicio. Esto no solo fortalecerá vuestra relación, sino que también facilitará el respeto mutuo.
3. Reconoce y valida sus sentimientos
Los adolescentes atraviesan una montaña rusa emocional. Reconocer y validar sus sentimientos, aunque no estés de acuerdo con ellos, les ayudará a sentirse comprendidos y respetados. Como cualquiera, en realidad, los adolescentes tienden a respetar más a aquellas personas por quienes se sienten respetados.
4. Establece límites claros
Es importante que tu adolescente conozca bien tus expectativas y los límites. Esto no significa ser autoritaria, sino más bien establecer normas claras (cuantas menos, mejor), que le van a ayudar a tener un marco donde moverse con libertad, entendiendo las consecuencias de sus acciones.
Los adolescentes tienen un “radar” para la justicia: si tu hijo percibe que eres consecuente con los límites marcados, aunque en un momento dado no le gusten, te respetará por tu coherencia.
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5. Trabaja en equipo con su padre
Colabora con su padre para enviar un mensaje coherente a tu hijo. No importa si vivís juntos, si estáis separados… Evita siempre criticarle frente al adolescente y busca momentos para dialogar sobre cómo educar de manera conjunta.
6. No te compares
Recuerda que cada relación es única. Compararte con tu pareja o con otras madres solo te llevará a la frustración. En lugar de eso, enfócate en construir tu propia relación con tu adolescente, basada en el amor y el respeto.
7. Cultiva tu autoestima
La inseguridad puede minar tu capacidad de ser respetada. Trabaja, si es preciso con apoyo, en tu autoestima y en tu autopercepción como madre. Al sentirte más segura de ti misma, es probable que proyectes confianza, lo que puede influir en la manera en que tu hijo te percibe.
8. Enfócate en lo positivo
Intenta criticar menos a tu adolescente cuando percibes una actitud desagradable y celebra los momentos en los que muestra respeto o aprecio. Algo tan sencillo como un “gracias por escucharme” puede ser muy significativo. Si tu adolescente percibe que reconoces sus esfuerzos, estarás cultivando un ambiente de respeto mutuo.
9. Ten paciencia
El respeto, en la adolescencia, no viene dado. Es un proceso lento en el que no vas a tener cambios inmediatos ni seguros: a un día bueno le seguirán tres malos, luego dos buenos… Pero recuerda que la educación es una carrera de fondo. Y en ella, la paciencia y la consistencia son tus mejores aliadas.
Y es que la relación entre madres e hijos adolescentes puede ser particularmente complicada, sobre todo si se perciben diferencias en el trato entre ambos padres. Entender cómo funcionan las figuras de autoridad, reflexionar sobre tu estilo de crianza y procurar un diálogo abierto puede ayudarte a construir una relación más fuerte y respetuosa.
Recuerda que el camino hacia el respeto mutuo es un viaje que requiere tiempo, dedicación y, sobre todo, amor incondicional.
Cuéntanos, ¿tu adolescente respeta más a su padre que a ti? ¿Cómo lo gestionas?
3 comentarios. Dejar nuevo
Pues a mí me pasa exactamente igual, me culpabilizan de todo, me faltan al respeto, y soy la que se encarga de todo en cuanto a ellas se refiere, colegios, médicos, normas, ropas, cumples, vamos todas sus necesidades, por lo que soy quien les exige , así que es una guerra constante…..mi marido y ellas se ríen pasan buenos ratos juntos y yo estoy taaaaannnn cansada de esta situación. Ya lo hemos hablado varias veces pero dice que yo no dejo margen ….claro, si el no hace nada, yo lo hago todo……es un bucle que no veo tenga buen fin….
Interesante información para quitar un poco el «que estoy haciendo mal, como madre» siempre se nota que con la madre se porta diferente desde muy pequeños, somo su vinculo y tenemo la tolerancia para sus reacciones, eso se va afianzando, conforme nos vamos educando como padres. La guerras en estos tiempos de adolescencia madres e hijos son terribles. Venir de una crianza rigida si que tiene sus secuelas, pensaba que era mentira pero es cierto, ahora somos padres que queremos algo diferente y debatimos con nuestras emociones para lograrlo.
Me pasa lo mismo con mi hija adolescente. Respeta más al padre que a mí. Somos separados, pero yo no me culpo de nada porque se que no lo estoy haciendo mal sino que ella está en plena adolescencia. A mí.me habla mal se rebela contra mi. El papá es más estricto que yo, a mí me torea. Me encargo de todo y si le hablo o me preocupo me habla mal o a veces le cuesta hablar o me chilla. Haber si puedo conseguir almenos que no me falte el respeto, no me chille y me jaga caso a los límites