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Mi hijo adolescente se queja de mi comida y no sé qué hacer
Llegas del trabajo cansada, preparas la cena y… Cuando pones el plato en la mesa, tu adolescente te mira con mala cara y lo más suave que te dice es que no se va a comer “eso”. Te duele su rechazo (“he cocinado para ti”), te enfadas (“como no comas te quedas sin móvil”), pero día a día se repite la misma escena: no quiere tu comida, y parece que no hay solución.
El tema de la comida es uno de los que más preocupan a las madres y padres, a cualquier edad. Si comen mucho, si comen poco, si es suficientemente saludable… Y es que comer bien es muy importante, y probablemente tu adolescente lo sepa, así que quizá estén en juego aquí otros factores. ¿Cuáles? Probablemente dos: la necesidad de autoafirmación y la necesidad de pertenecer a su grupo de iguales.
¿Significa esto que no te preocupes? Depende. La adolescencia es también la época en la que surge la mayoría de los TCA (que afectan hasta a un 5% de las chicas y un 1% de los chicos adolescentes), por lo que es recomendable mantenerse alerta a otros síntomas.
Porque, sí, ser padres de adolescentes es esencialmente eso: darles herramientas para que naveguen solos, pero manteniendo una cierta supervisión por si surgen problemas. Un equilibrio difícil, pero no imposible.
¿Por qué tu hijo adolescente rechaza tu comida?
Ante el rechazo a la comida por parte de un o una adolescente podemos encontrar varios motivos, y en general es sencillo saber si debemos preocuparnos o no. Simplificando un poco, podríamos señalar tres razones:
1. Tu adolescente podría sufrir un TCA
Aunque en Adolescencia positiva somos esencialmente optimistas con respecto a la salud física y mental de los adolescentes, hay temas graves que no podemos ni queremos evitar. Y, sí, si tu adolescente no come en casa, podría estar sufriendo un TCA.
La pregunta esencial es saber si rechaza solamente tu comida o si en otros lugares, con otro tipo de alimentación sí come, en ocasiones incluso de más y, por tanto, aunque no de la manera que te gustaría, su alimentación es suficiente (en cantidad).
Si cuando encargáis pizza, o coméis en un restaurante de comida rápida, cuando sale con sus amistades, en su centro escolar si se queda a comer… Tampoco se está alimentando, entonces puede que tengas que empezar a actuar.
Son muchas las razones que pueden llevar a un adolescente a no comer suficiente. Las presiones grupales y sociales, combinadas con una baja autoestima, la cultura de la dieta, las redes sociales, la idea de que “solo me van a querer si mi cuerpo es de una determinada manera”… Están entre los factores de riesgo de los trastornos de la conducta alimentaria, que (aunque no es fácil) debemos vigilar bien para detectarlos lo antes posible y evitar que “se instalen”.
Si sospechas que tu adolescente padece un TCA, no lo dejes pasar: consulta con su pediatra y recurre a especialistas. De los TCA se sale, pero cuanto antes se detecten menos repercusiones habrá para su salud física.
2. Tu adolescente es una persona selectiva con la comida
Hay niños, niñas, adolescentes y personas adultas que son selectivas con la comida. Lo habitual es que este tipo de actitud se supere antes de llegada la adolescencia, pero algunas personas lo siguen siendo, por diferentes razones.
Es más frecuente en personas con una condición neurológica, como el autismo u otros tipos de atipias: alta sensibilidad, sobreexcitabilidades, desorden de procesamiento sensorial…
Por lo general, se trata de adolescentes que ya en la infancia seleccionaban mucho lo que comían; en contadas ocasiones es una conducta que comienza a desarrollarse en la adolescencia.
Son adolescentes que rechazan la comida de un color específico, o tienen problemas con algunas texturas, o a los que les cuesta mucho comer comidas nuevas (algo muy frecuente en la infancia, pero menos en la adolescencia)… No es que lo rechace todo, ni únicamente lo que tú preparas: lo que sucede es que su repertorio de comidas es muy pequeño.
Este tipo de sensibilidad es difícil de superar completamente, pero los consejos de más abajo te ayudarán para que la hora de la comida deje de ser un momento de tensión.
3. Tu adolescente está manifestando su necesidad de control
A los adolescentes les suceden muchas cosas. En lo físico, en lo relacional, en lo psicológico, en lo afectivo… La adolescencia es un momento de cambios incontrolables.
Es perfectamente normal que la sensación adolescente de falta de control tenga como contrapartida el intento de controlar todo lo que sea posible en otros ámbitos: los estudios, las amistades, la comida.
Si, además, siente que le estás controlando más de lo que le gusta (casi todos los adolescentes piensan esto), puede que sea su manera de “devolverte la jugada”. Cuando tu adolescente rechaza tu comida, te está mandando un mensaje claro: no puedes controlarle.
No solo eso: como avanzábamos en las primeras líneas de este post, rechazar la comida que se ofrece en casa pero llenarse, por ejemplo, de patatas fritas o de comida rápida es una forma de afirmarse como perteneciente a un grupo, el de los adolescentes, que no se preocupa por la comida saludable porque la comida rápida tiene más atractivo (su sabor es más intenso, la publicidad se orienta hacia la juventud…).
Y así, cuando cada noche, cocinando para la familia, le estás diciendo a tu adolescente que le quieres y que te preocupas por su salud y por su bienestar, tu adolescente, rechazándola, está dando la espalda a ese diálogo y diciéndote que no te necesita, que prefiere a sus amistades.
Se trata del mismo problema de siempre, pero en un ámbito en el que preocupa, claro, porque la comida es un pilar fundamental de la salud.
Qué hacer si tu hijo adolescente no come lo que cocinas
Es normal, decimos, preocuparse cuando un o una adolescente no come de forma saludable y es normal, también, enfadarse cuando día tras día, varias veces, rechaza lo que has invertido tiempo en planificar y cocinar.
Pero la mejor manera de solucionar el problema es siendo capaz de no enfocarse en esas emociones. A tu adolescente, por la etapa de desarrollo cerebral que está viviendo, le cuesta no anclarse en la emoción, así que vas a tener que hacer un trabajo para ayudarle y ayudarte. Los pilares de este trabajo son:
No te lo tomes como algo personal
Que rechace tu comida no es algo específicamente “contra ti”. Se unen muchos motivos, y casi todos tienen más que ver con su etapa vital que contigo.
Por eso, aunque pongas límites (como no ofender al hablar de la comida) debes tratar de no “perder los papeles” ni de hacerle chantaje cuando no coma.
No tomarte las cosas de forma personal es tu mejor arma para no hacer de este problema una lucha de poder que no te va a llevar a ninguna parte. Recuerda: tú tienes tu rol y tu adolescente el suyo, y nada de lo que haga te va a quitar la responsabilidad educativa.
No te preocupes tanto
Si no tienes otros motivos de inquietud, lo más importante es que las horas de comer dejen de ser un momento de tensión y se conviertan, lo más posible, en un momento para disfrutar.
Puedes hablar con tu adolescente sobre temas nutricionales, pero no muestres preocupación excesiva por su alimentación. Si no siente presión, le será más fácil cambiar de hábitos.
Dale algo de control
Si el problema es la falta de poder, la solución es dar poder. Quizá puedas decirle a tu adolescente que se ocupe de preparar la cena un día por semana, preparar de vez en cuando cenas “de picoteo”, donde cada cual come lo que quiere, o llevar cada ingrediente de la ensalada por separado, para que se sirva solo lo que le gusta.
No le obligues a comer: ofrécele opciones
No se trata de cocinar varios platos ni de hacer solamente lo que le gusta, pero si no quiere la cena un día, puede comer solamente fruta o calentarse un resto de la víspera. Es una manera de mostrar respeto por sus gustos y decisiones.
Recuerda que tu ejemplo cuenta más
Más que todos los discursos, más que todas las discusiones, más que sus amistades… La mayor influencia es tu ejemplo. ¿Qué ve tu adolescente? ¿Comes a tus horas, suficiente, saludable y variado? ¿Te saltas la cena porque estás a dieta, pero luego comes cualquier cosa? Ese es el modelo que le va a quedar.
No, el problema no es lo que cocinas, y tampoco que tu adolescente “quiere hacerte sufrir”. Así que lo mejor que puedes hacer es crear una cultura positiva en torno a la mesa, en la mejor tradición hispánica, y empezar a disfrutar. Tu adolescente cambiará poco a poco, y el recuerdo de las comidas agradables en familia le acompañará toda la vida y será la base de una alimentación saludable en cuanto termine su adolescencia.
1 comentario. Dejar nuevo
Mil gracias por tan valiosa información.