Diez frases que no deberías decir a tu hijo adolescente

Diez frases que no deberías decir a tu hijo adolescente

Nuestros días están marcados por la repetición. Es nuestra rutina: desayunamos lo mismo, salimos a la misma hora al trabajo, vemos a las mismas personas, hacemos un trabajo que esencialmente es el mismo cada día, volvemos… Y tenemos con nuestros hijos las mismas conversaciones a diario.

¿Las mismas conversaciones? Cada casa es un mundo, claro, pero si les preguntas a los adolescentes, la mayoría de ellos te va a decir que “mi madre me dice siempre lo mismo”. Y probablemente termine la frase con un “es que no me entiende”. 

Haz la prueba: trata de recordar (o mejor aún, apunta, a lo largo de un día o varios) esas frases que le dices a tu adolescente “en automático”, especialmente en los momentos de fricción, prisa, emociones desbordadas… ¿Te suenan de algo?

La mayoría de las madres y padres repetimos las frases que nos han dicho de pequeños. Es normal: cuando hay tensión, nos “salta” el piloto automático, que tiene mucho que ver con cómo se ha ido modelando nuestro universo emocional, en la infancia. Estas frases, que “soltamos” sin reflexionar, se relacionan más con nuestro enfado o frustración, e incluso con un intento de mantener el control, que con nuestro objetivo, que es educar adolescentes en el equilibrio emocional y la conexión. 

No te culpes. La adolescencia es una etapa complicada, para tu hijo y para ti. Y los patrones educativos de la infancia son muy difíciles de soltar, por mucho que tengamos claro que no nos identificamos con ellos

Pero “muy difíciles”, no es “imposibles”. Porque con esfuerzo y consciencia es posible cambiar el desafío y el malestar por la conexión, la empatía y la cercanía. Empezando por esas frases automáticas.  

Diez frases que no deberías decir a tu hijo adolescente
Elegir bien tus palabras no significa dejar de poner límites o caer en la permisividad.

La importancia del lenguaje en la adolescencia  

Durante la adolescencia, el cerebro de tu hijo está en pleno desarrollo. Está construyendo su capacidad para procesar emociones, reflexionar sobre sus acciones y manejar la presión social. Por esta razón, tus palabras tienen un impacto profundo en cómo se percibe a sí mismo y en cómo percibe tu relación con él.  

Tus frases son prácticamente automáticas, por eso la herramienta más importante para cambiarlo es la conciencia. Y lo primero que has de pensar es que tus palabras, aunque tú no les des importancia, tienen un gran impacto en tu adolescente.  

Elegir bien tus palabras no significa dejar de poner límites o caer en la permisividad. Todo lo contrario: se trata de aprender a comunicarte desde el respeto y la firmeza. Porque cuando te esfuerzas en pensar bien lo que dices le muestras a tu adolescente que le valoras y respetas, incluso cuando hay desacuerdos.

Si sientes que has perdido la conexión con tu hijo o hija adolescente y que no sabes ni por dónde empezar para recuperar vuestra relación, no te pierdas la 20ª edición del Círculo de la armonía familiar, nuestro programa de ocho semanas en el que aprenderás todas las claves para transformar el ambiente de tu casa y educar a tu hijo adolescente desde la empatía, la firmeza y el respeto.

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Hoy vamos a reflexionar sobre diez frases muy comunes que es mejor evitar decir a tu hijo adolescente. Pero no solo eso, también explicaremos por qué no funcionan y propondremos una alternativa para decir en su lugar.  

Diez frases que no deberías decir a tu hijo adolescente (y qué decir en su lugar)  

1. No valoras lo que hago por ti

Esta frase suele “salir” cuando te sientes frustrada o poco valorada, pero decirla genera una desconexión inmediata, porque la mayoría de las veces tu hijo la interpretará como un ataque personal.

En la adolescencia, los chicos están muy centrados en sí mismos, porque están desarrollando su identidad. Esto no significa que no valoren lo que haces, sino que no saben cómo expresarlo.

Mejor, di: «Me gustaría sentir que valoras lo que hacemos por ti. ¿Cómo podríamos hablar de esto?». Cuando lo haces así, abres la puerta a una conversación verdadera, de las que no encierran ni culpas ni ataques.  

2. Mientras vivas bajo mi techo, harás lo que yo diga

Esta frase, que busca reafirmar la autoridad adulta, termina provocando rebeldía o resentimiento

Todos los seres humanos necesitamos pertenecer, pero en la adolescencia esta necesidad se multiplica. Tu adolescente necesita sentir que tiene autonomía y que su voz cuenta. Imponer reglas sin dar espacio para el diálogo puede ser percibido como una falta de respeto hacia su creciente independencia.

Mejor, di: «Quiero que encontremos reglas que funcionen para ambos. ¿Hablamos sobre cómo podemos convivir mejor?». Así, sin renunciar a tu autoridad, abres la puerta para ejercerla desde el respeto mutuo.  

3. Eso es una tontería  

Minimizar sus problemas puede hacer que tu hijo sienta que no tomas en serio sus emociones

Aunque a ti te parezcan pequeños o insignificantes, para tu adolescente sus problemas son importantes. Validar lo que siente no implica estar de acuerdo, sino mostrar empatía.

Mejor, di: «Entiendo que esto te preocupa. ¿Cómo puedo ayudarte a manejarlo?» Así, le demuestras que estás disponible y que sus emociones importan.  

Quiero entenderte

4. No te esfuerzas lo suficiente  

Es el comentario típico tras una mala nota. Pero con él le envías una imagen “insuficiente” de sí mismo, que puede impactar en su autoestima

Durante la adolescencia, nuestros hijos ya lidian con una autocrítica intensa. Escuchar esto de ti puede hacer que se sienta más inseguro o que pierda la motivación.

Mejor, di: «Sé que puedes lograrlo. ¿Qué crees que te está dificultando concentrarte?». Así, en lugar de criticar, le estás ayudando a identificar barreras y a buscar soluciones.  

5. Porque yo lo digo 

Aunque es una frase común, nace del autoritarismo y no fomenta el entendimiento ni el respeto.

Cuando tu adolescente la escucha, le puede parecer que no tienes una razón válida o que no confías en su capacidad para entender las reglas. Y la educación autoritaria solamente genera desconexión.

Mejor, di: “Déjame explicarte por qué esta regla es importante. También quiero saber qué piensas al respecto”. Esta frase, que no te quita autoridad, abre la puerta a un diálogo verdadero.

6. No tienes ni idea de cómo es el mundo real 

Este tipo de comentario puede hacer que tu hijo sienta que no valoras su perspectiva o que lo estás comparando con estándares que no puede cumplir

Los adolescentes ya son suficientemente inseguros; frases como esta solo refuerzan la desconexión entre su mundo y el tuyo.

Mejor, di: «Las cosas han cambiado mucho desde que yo tenía tu edad. ¿Cómo ves tú este tema?». Cuando muestras interés por su visión, fomentas la confianza mutua y fortaleces el vínculo.  

7. Si sigues así, nunca llegarás a nada en la vida 

Horror. Esta frase, por otra parte tan común, es sencillamente devastadora

Los adolescentes necesitan sentir que sus padres creen en ellos, especialmente cuando están pasándolo mal por algo. Frases como esta refuerzan el miedo al fracaso en lugar de motivarlos.

Mejor, di: «Sé que puedes hacerlo mejor. ¿Qué necesitas de mí para lograrlo?». Así, le demuestras confianza en su persona, independientemente de sus resultados actuales. 

8. No puedo más contigo  

Educar adolescentes puede llegar a ser muy frustrante. Pero expresar tu frustración de esta forma puede hacer que tu hijo sienta que es una carga para ti. Esto puede aumentar su estrés o llevarlo a cerrar aún más la comunicación.  

Mejor, di: «Necesito un momento para calmarme y pensar. Luego seguimos hablando». Esto modela un manejo emocional que no hiere.  

9. Mira a tu hermano/primo/amigo, aprende de él  

Las comparaciones generan resentimiento y dañan la autoestima. Además, hacen que tu hijo sienta que nunca será suficiente para ti.

Mejor, di: «Cada persona tiene sus fortalezas. Me gustaría que descubrieras las tuyas». De este modo, estás reforzando su individualidad y autoconfianza.  

10. Deja de llorar  

Cuando no dejas a tu adolescente llorar, le estás enseñando que su emoción no es válida. Invalidar sus emociones puede hacer que tu hijo se cierre y deje de confiar en ti como apoyo emocional

Puede que no entiendas sus lágrimas, pero son verdaderas y, probablemente, necesarias.     

Mejor, di: “Parece que esto te afecta mucho. ¿Quieres hablar o necesitas un momento para ti?”. Dar valor y validez a sus emociones significa respetar cómo se siente.  

No vas a cambiar tu forma de hablar a tu adolescente de la noche a la mañana, pero piensa que con cada paso que das estás más cerca de conseguirlo. Retoma las frases que has apuntado antes y pregúntate: ¿qué quiero comunicar realmente? ¿Hay otra forma de decirlo que sea más constructiva?  

Y recuerda, el Círculo de la armonía familiar te guía en este camino de transformación. Juntas aprenderemos a comunicar desde la conexión, a establecer límites firmes y a respetar las necesidades de cada miembro de la familia.  

Me apunto al Círculo de la armonía familiar.

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