Adolescentes, Educación

«¡Tierra, trágame!» Cuando tu adolescente te pilla en una situación comprometida

No te preocupes si tus hijos no te escuchan, te están mirando todo el tiempo”, es una cita atribuida a María Montessori que, para mi gusto, resume muy bien cómo es educar en la adolescencia. Y es que, nadie lo duda, educar es una tarea de fondo en la que aquello que hacemos es mucho más importante que lo que decimos. Por eso, cuando nos sorprenden in fraganti en determinadas situaciones en las que estamos haciendo exactamente lo contrario de lo que les decimos que hagan, no sabemos cómo reaccionar. Aquí te dejo unas reflexiones para que, si tu adolescente te pilla en una situación comprometida, actúes de manera calmada.

Si tu adolescente te ha pillado, afróntalo

Hay situaciones y situaciones. Y no es lo mismo que tu adolescente te pille haciendo algo perfectamente lícito aunque privado (sí, estoy hablando de sexo) que algo censurable (como una mentira).VERGÜENZA

Aunque sí hay un consejo general para todas estas situaciones: ni lo niegues, ni lo ignores.

Esas conductas evitativas equivalen a esconder la cabeza bajo la tierra como los avestruces. 

Y acaban forjando un muro entre tu adolescente y tú.

Si no quieres que eso suceda, e independientemente de la profundidad de aquello que tu adolescente haya visto u oído, afróntalo y prepárate para una conversación sincera (¡y difícil!).

Piensa que en estos casos, lo mejor es ser ejemplo, es decir, hacer con tu adolescente lo mismo que quisieras que hiciera si le pillaras tú en algo.

Seis pasos a seguir si tu adolescente te pilla en una situación comprometida

Siempre digo que en educación no hay recetas, porque es verdad. 

Pero si tu adolescente de descubre haciendo algo embarazoso, ten por seguro que su primera reacción va a ser el enfado.

Aunque, por supuesto, su reacción a medio y largo plazo va a ser muy diferente si estabas traspasando alguna línea que si lo que estabas haciendo no falta a ninguna regla.

Y también, por supuesto, va a depender de su carácter.

Así que, sabiendo que no se trata de una receta universal, te voy a contar cómo afronto yo problemas de este tipo.

1. No actúes en caliente

En la adolescencia todo se vive de manera muy intensa

Ya sabes, la corteza prefrontal aún no ha completado su maduración, y esto hace que las reacciones emocionales no lleguen a pasar por el filtro del autocontrol.

Así que mi primer consejo, si tu hija te ha pillado en una mentira, o fumando cuando le habías dicho que no lo hacías, o ha encontrado un juguete sexual que tenías guardado, es que no hagas nada, porque lo más probable es que se marche a su habitación dando un portazo.

Solo tú conoces su carácter, pero en ese momento no estaría de más que, si es posible, le recordaras, sin abrir la puerta, que estás ahí para hablar del tema cuando quiera.

(Hace unas semanas publicamos este decálogo para acompañar las emociones de tu adolescente).

El tiempo que va a transcurrir entre lo que ha sucedido y la conversación puedes dedicarlo a reflexionar. No se trata de que te culpes por haber mentido o por no haber cerrado con llave el armario, ni tampoco de que culpes a tu adolescente por escuchar o por entrar sin llamar. 

Se trata de que pienses cuáles van a ser las mejores palabras para hablar sobre ello.

2. Invítale a decir lo que necesite

Cuando creas que las aguas se han calmado (e intenta que no haya pasado mucho tiempo: al día siguiente está bien, pero tres semanas después puede ser muy tarde), acércate a tu adolescente y discúlpate. 

Dile que sientes que haya visto algo que era del ámbito íntimo, haberle mentido o haberte saltado una norma, y ábrete a sus preguntas y comentarios.

Disculparse con los hijos no siempre es fácil, pero es un gran aprendizaje para ellos.

Acepta su tono de reproche, si lo hay, cuando hayas actuado contra alguna norma.

Reprochar o estar enfadado no significa, por supuesto, que debas aceptar malas palabras, malos modos o violencia. Si es el caso, infórmale de tu límite (“no quiero que me hables así”) y pospón la conversación hasta que sea viable.

Si no quiere hablar del tema, no deberías guardar silencio. Los silencios embarazosos son siempre muy malos aliados en la educación. 

En este caso, debes ser tú quien, dejando espacios para que tu adolescente hable, lleve las riendas de la conversación.

3. No te justifiques

Justificarse es una manera sutil de negar la propia responsabilidad.

Si has cometido un error, como no cerrar con llave para mantener relaciones sexuales, reconócelo como tal. Porque, independientemente de que la sexualidad forme parte de una vida saludable o de que no estuvieras haciendo nada malo, lo cierto es que pertenece al ámbito íntimo, y que tu adolescente no tenía por qué verlo.

Y desde luego, si lo que estabas haciendo tiene un punto de ilegitimidad, lo más honesto por tu parte es que no le digas que “nadie es perfecto” o le trates con condescendencia con frases del tipo “cuando crezcas, lo entenderás” o “no te metas, que son cosas de adultos”.

A nadie le gusta verse frente a sus propias contradicciones, pero te aseguro que este tipo de frases solo van a aumentar el enfado de tu adolescente.

4. No añadas una mentira

Tu adolescente sabe lo suficiente sobre saltarse las normas como para no dudar, cuando te pilla fumando a escondidas o saltándote el límite de velocidad, de que es muy improbable que se tratara solo de “un momento de debilidad”. 

Así que, a menos que sea cierto, que de verdad no te hayas dado cuenta de la limitación de velocidad o que te hayan ofrecido un cigarrillo, esporádicamente, en una fiesta, no le digas que no sueles hacerlo.

Tampoco hace falta prometerle que no lo vas a hacer más, a menos que sea esa tu intención. 

La honestidad es uno de los valores más importantes en la adolescencia, por lo que si, además de descubrirte en un error, ve que estás mintiendo, vas a defraudar muchos principios de tu adolescente. 

, por lo tanto, honesta, asumiendo lo que ha sucedido. Los seres humanos somos contradictorios, y ninguna persona es perfectamente coherente con sus propios valores todo el tiempo. Esto es algo que tú sabes y que tu adolescente irá aprendiendo, pero que quizá no quiera escuchar ahora mismo de tu boca.

5. No aproveches para darle una lección ni para reprocharle cosas del pasado

Madre habla con adolescente

Recuerda: la persona adulta eres tú, luego te toca a ti mantener la compostura. Eso significa que no debes defenderte atacando.

Vale, a lo mejor hace dos semanas, tras una fiesta, tu hijo llegó a casa tarde, o habiendo bebido de más. Probablemente lo hablaste con él al día siguiente, y le comunicaste tu decepción.

Si hoy eres tú la que ha decepcionado a tu adolescente, no te escudes en que “él también lo hizo”. Primero, porque quien tiene que mostrar madurez en este momento eres tú; y segundo, porque en ese momento le estarás dando una “excusa” para poder equivocarse más tarde, y eso os puede llevar a una espiral peligrosa.

Que él se equivocara es cosa del pasado. Hoy es tu turno.

(Quizá te ayude esta entrada del blog sobre comunicación no violenta).

6. Reflexiona sobre la coherencia que les pedimos y la que les damos

Una vez que hemos asumido que nuestros hijos nos pueden reprochar determinadas conductas, deberíamos aprovechar para reflexionar sobre el doble rasero con el que tan a menudo educamos.

¿Cómo de estricta eres con los errores de tu adolescente? ¿Y con los tuyos propios?

En general las personas adultas convivimos de diferentes maneras con nuestras contradicciones:

  • Nos culpamos por ellas porque nos autoexigimos la perfección, lo que resulta frustrante y puede generar altos niveles de ansiedad.
  • Aceptamos que nadie es perfecto, asumimos nuestras contradicciones y nos ponemos planes a medio y largo plazo para cambiar aquellos hábitos o costumbres nuestras que no nos gustan.
  • No reflexionamos sobre ellas, lo que puede hacer que vivamos en un autoengaño.

Por supuesto, la actitud más saludable es la segunda. Asumir y trabajar.

Sin embargo, a nuestros hijos e hijas les solemos exigir que no cometan errores: la perfección.

Y no es justo.

Así que, hoy que ha quedado claro que no eres perfecta (¡ni falta que hace!) puede ser un buen día para plantearte cómo tratas a tu adolescente cuando se equivoca y cómo te gustaría que te traten a ti. 

Porque una “pillada” también puede ser un buen momento para reforzar vuestra relación.

¿Qué te parecen estos pasos? ¿Alguna vez te ha descubierto tu adolescente en una situación comprometida? ¿Cómo has reaccionado? Me encantará saberlo.

Instagram
LinkedIn
YouTube
Anterior
Cómo reducir los conflictos con tu ex por la educación de tus hijos
Siguiente
Los desafíos de educar a un adolescente mayor de edad

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.