Llega el año nuevo y, con él, las largas listas de buenos propósitos: comer mejor, hacer más ejercicio, aprender un idioma… Y parecerse más a la madre que se quiere ser. Propósitos formulados con buena intención y las ganas que nos trae el “borrón y cuenta nueva” de principios de año, pero abandonados demasiado a menudo antes de que acabe el mes de enero. Pero esto no tiene por qué ser así. Es posible cumplir los objetivos que te has establecido en tu maternidad a principios de año.
De hecho, deberíamos dejar de hablar de propósitos de año nuevo para hablar de objetivos. Cuando se establece un objetivo, se concreta un plan, se calendariza y se realiza un seguimiento. Solo eso ya supone un gran cambio con respecto a esos propósitos vagos cuya misma imprecisión dificulta su cumplimiento.
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¿Cómo deben ser los objetivos de año nuevo?
Hay diferentes teorías sobre el establecimiento de objetivos. Aquí te voy a explicar una de las más extendidas.
Esta teoría se condensa en el acrónimo SMART (‘inteligente’, en inglés). Los objetivos SMART se caracterizan por ser:
Specific (específicos)
Es decir, definidos lo más claramente posible: “mejorar la relación con mi adolescente” no sería específico; sí lo sería “reaccionar de forma calmada cuando me enfado” o “decirle las cosas solo una vez”.
Mensurable (medibles)
Medir algo nos ayuda a constatar nuestro progreso, para bien o para mal, y a mantener la motivación.
El objetivo “reaccionar de forma calmada”, aunque específico, debe poderse medir y, para ello, podríamos anotar cuántas veces reaccionamos de forma tranquila en un día para poder ir viendo los resultados de nuestro esfuerzo. El segundo día no estaremos en 100%, pero ¿hemos avanzado? Pues nos felicitamos y seguimos.
Sobre este tema hablamos en el episodio 31 del podcast de Adolescencia Positiva.
Achievables (realizables)
Debemos ser muy realistas en el establecimiento de nuestros objetivos. A lo mejor queremos pasar más tiempo a solas con nuestro adolescente, pero probablemente no será posible dedicarle todos los sábados, porque tendremos otroscompromisos. Quizá sea más realista reservarnos el rato de la merienda todos los días (aunque sean solo veinte minutos).
Pero, cuidado, que el realismo no debe significar conformarnos con poco: esto acabaría desmotivándonos.
Como dice Patri Psicóloga, establece objetivos que te obliguen a hacer un esfuerzo, pero que te supongan un reto. Así cuando mires atrás sentirás orgullo por lo logrado.
Relevant (relevantes)
Cuando se trata de objetivos relacionados con nuestra vida personal, es muy importante que estos sean relevantes, es decir, que se correspondan con nuestros valores. Dejar de gritar, pasar más tiempo con tu adolescente… Solo debería ser un objetivo para ti si de verdad estás convencida de que quieres que vuestra relación cambie.
No lo olvides: ningún cambio en tu vida debería deberse a la presión externa.
Time-related (con tiempo específico)
Muchos de nuestros objetivos en la maternidad son hábitos que queremos adoptar. Para ello, lo más realista sería establecer un momento para comenzar y otro en el que el que queremos que el hábito ya esté establecido.
Los objetivos que no tienen límite temporal (como cuando decimos “voy a hacer más deporte”) suelen abandonarse, porque modificar hábitos es muy difícil y el “ya lo haré mañana”, muy tentador.
Sigue estos pasos para establecer los objetivos de año nuevo en tu maternidad
Ahora que ya sabes las características que deben tener los objetivos para tu maternidad, te invito a que busques un momento a solas, te sirvas tu bebida favorita, te pongas una música que te guste y te permitas un tiempo de reflexión.
Tener un plan, especialmente si lo hemos puesto por escrito, aumenta nuestro compromiso con los objetivos y multiplica la posibilidad de conseguirlos. Así que, ¡a por ello!
Piensa en la madre que quieres ser
Piensa en la madre, en el padre que te gustaría ser. Este puede ser un viaje interior intenso, pues muchas veces la madre que querríamos ser es aquella que nos hubiera gustado tener en nuestra infancia. Piensa en ello como en un objetivo ideal, sin culpas ni exigencias.
¿Qué necesitas cambiar para ser esa madre? Haz una lista de objetivos.
No importa lo larga que sea esa lista, de momento.
Enuncia tus objetivos en positivo
Cambia tus objetivos negativos por afirmaciones positivas. Nuestro cerebro recibe mejor los mensajes afirmativos que los negativos, así que se comprometerá más fácilmente con objetivos así formulados.
Algunas ideas para reformularlos:
- Dejar de gritar – decir las cosas con voz pausada.
- No repetir las cosas mil veces – decir las cosas una sola vez.
- No perder los nervios – responder con calma.
Selecciona tus objetivos
Si tienes más, selecciona dos o tres objetivos por trimestre, y no más de uno por mes: entre ocho y doce para el año.
Cuida que tus objetivos dependan solo de ti. Si, por ejemplo, quieres “llevarme mejor con mi adolescente”, puedes reformularlo como “ponerme en su lugar cuando tengamos un desacuerdo”, pues en el “llevarnos mejor” también interviene su voluntad, que no puedes controlar.
Piensa en los obstáculos que te vas a encontrar
No te hablo de imprevistos como una visita inesperada al médico que trastoca tus planes, no: te hablo de aquellos obstáculos que están dentro de ti.
Porque cuando se trata de cambiar de hábitos, lo más difícil es vencer al propio yo.
Y si no te gusta tu situación (si en casa hay gritos o malas caras a diario) pero aún no la has cambiado, es que de alguna manera estás encontrando un beneficio en ella.
Así que piensa qué te está atando a tu situación actual. Quizá sea la manera de educar socialmente admitida en tu entorno, y necesites esta satisfacción social.
Una vez que lo sepas, reflexiona acerca de cómo puedes mantener ese beneficio mientras trabajas en la consecución de tu objetivo. Por ejemplo, quizá puedas intentar rodearte de personas que sí están alineadas con una educación en positivo.
Divide cada uno de tus objetivos en otros más pequeños
Divide tus objetivos en partes más pequeñas, de manera que al final tengas un pequeño objetivo que alcanzar cada semana (si te has puesto menos de 12, puedes decidir que determinados meses o semanas no vas a establecer un objetivo específico – por ejemplo, cuando tengas más trabajo -). Tener objetivos pequeños aumenta la satisfacción, pues puedes alcanzarlos más fácilmente.
Si, por ejemplo, quieres responder a tu adolescente desde la calma, puedes proponerte responder pausadamente una cuarta parte de las veces, luego la mitad, luego tres cuartas partes y llegar a “casi siempre” en un tiempo establecido.
Haz una lista de los recursos que necesitas
Los cambios que implican una evolución personal suelen necesitar de formación específica o de acompañamiento.
Decide cuál de estas opciones vas a elegir, y hazte una lista de los recursos a los que tienes acceso, o puedes conseguir: libros, formaciones, coaching… Ya sabes que desde Adolescencia Positiva te acompañamos de diversas maneras.
Calcula el tiempo necesario para tu propio crecimiento. Independientemente de si decides formarte de manera autónoma o con compañía, calcula cuánto invertirás en estudiar los contenidos, realizar tareas o hacer lecturas complementarias.
Plantéate siempre cuál es la inversión económica que quieres o puedes hacer.
Por último, haz una lista de los pasos previos que necesitas dar para lograr cada uno de tus objetivos: reservar una cita, acordar con tu marido que haga la cena el día que sales a entrenar con tu adolescente… No dejes ningún cabo sin atar.
Calendariza
Una vez tengas tu lista completa, abre tu agenda nueva y decide cómo vas a dividir tus objetivos por meses. Puedes comenzar por lo más fácil, lo más urgente o lo más importante: lo que más satisfacción creas que te aportará.
Para cada semana, apunta en qué momento de tu objetivo te gustaría estar, qué recursos necesitas y cómo vas a medir tu progreso.
Establece tu margen de error
Aspirar a la perfección es muy frustrante; más en el difícil camino de la educación. Por eso deberías fijarte un margen de error; uno realista, que puedas permitirte sin perjudicar tus avances.
Tener un margen de error te permitirá ser flexible y compasiva contigo misma, y también te evitará caer en el recurso “de perdidos, al río” (hoy ya no he merendado con mi hija, ya no lo hago mañana y así preparo la cena…), un camino que puede llevarte rápidamente a abandonar.
Mide tus resultados
Si has establecido objetivos medibles es para medirlos, ¿no?
Hazlo de forma regular para poder llevar un registro de tus avances, saber dónde te has atascado y buscar otra manera de llegar al resultado esperado si la estrategia que has puesto en marcha no está siendo eficaz.
Prémiate
Y lo más importante en este camino: hazlo desde el amor hacia ti misma y desde la convicción de que eres una buena madre, la mejor que tu adolescente podría tener.
Que tu autoestima no dependa de metas inalcanzables; quiérete, háblate siempre con cariño y felicítate por cada paso que das: por pequeño que te parezca, te acerca a tu objetivo.
Una vez que tengas claros tus objetivos, te invito a que los compartas con tu adolescente y le ayudes a establecer los suyos siguiendo estos principios.
Y si uno de ellos es mejorar en los estudios, te invito a realizar el taller APLICA para que puedas ayudarle a conseguirlo.
Te deseo un muy feliz año nuevo, lleno de objetivos cumplidos con tu adolescente.